Cine negro clásico
“Broken City” tiene el ADN del buen cine negro: hay un crimen, un detective con una vida a la deriva producto de hechos desafortunados. También un personaje poderoso y tan inescrupuloso como quienes lo rodean. Y hay, además, una mujer fatal, que no es rubia, pero, como todos los demás, esconde más de lo que dice.
Una maraña de mentiras diseminadas por ambición y codicia se expande en una ciudad de Nueva York retratada en toda su magnificencia, con claroscuros, planos amplios y tomas en picada desde las alturas de los puentes Verrazzano y Brooklyn hasta la mirada del torturado detective, gracias a la habilidad del director Allen Hughes.
La trama se asienta sobre tres personajes: Nicholas Hostetler (Russell Crowe), el alcalde pragmático que quiere ganar las próximas elecciones; su ambigua mujer Cathleen (Catherine Zeta-Jones), quien aparentemente lo engaña, y un detective privado, Taggart (Mark Wahlberg).
Taggart fue exonerado de un hecho violento, pero debió dejar su profesión de policía para no arruinar los planes reeleccionistas del alcalde, y de paso no ir a la cárcel. Siete años después es el encargado de investigar la supuesta infidelidad de la mujer del alcalde, pero no sabe que será parte de una intriga mucho más complejo que una simple historia de celos.
Al modo de los grandes clásicos, el director construye un relato minucioso y plagado de pistas falsas. Pero buena parte del mérito de la eficacia radica en el trío Crowe-Wahlberg-Zeta Jones. Aun los secundarios fueron dirigidos con rigor y sólo un breve diálogo, la mirada o un silencio adecuado bastan para sembrar las sospechas en el espectador.