Brooklyn

Crítica de Martín Torres - Fuera de campo

Durante la década del 50 muchos europeos e Irlandeses escapaban de los estragos causados por la segunda guerra mundial y la complicada situación que atravesaba el viejo continente, para cruzar el charco y volver a empezar en América. Nueva York se veía inundada de inmigrantes que abandonaban su hogar sin la certeza de si verdaderamente conseguirían una mejor vida. Brooklyn está contada en este marco. Pero la historia de Eilis (interpretada por la nominada al Oscar Saoirse Ronan) no se centra en detallar la vida de los inmigrante en Estados Unidos, basta con la ambientación y un cuidado diseño de producción para situarnos en la época y el contexto social e histórico de la película. La historia, contada de un modo muy tradicional al mejor estilo del Hollywood de los 50, se centra en las nobles intenciones de la familia de la protagonista para que Eilis consiga un mejor pasar, y todas las potenciales complicaciones que migrar a otro continente suponen.

El sencillo, honesto e inocente relato del director John Crowley cuenta la historia de una joven que se convierte en mujer a partir de su independencia emocional, moral y física. La emocionalidad de la historia crece junto al desarrollo de su personaje principal de manera equilibrada sin ningún giro inesperado que convierte a Brooklyn por lejos en la producción más conservadora de las ocho nominadas al Oscar. Algo así como un guiño al viejo Hollywood.

Brooklyn es un viaje tan placentero como convencional confeccionado por cuidadas imágenes de la pintoresca Nueva York de los cincuenta que no ofrece mucho más que eso. Crowley no decepciona ni sorprende con su película. Lo que su trailer adelanta en breves dos minutos, el director extiende a casi 2 horas una historia que es simple hasta la medula.