FALLIDA PERO NO PARA LA HOGUERA
Pensar en una película de género de terror que trabaje la violencia patriarcal parece una buena fórmula. Pero llevarlo a cabo implica otro trabajo. En Bruja se pueden observar buenas ideas que se quedan a mitad de camino. Los efectos especiales, algunas actuaciones y los diálogos demasiados explícitos son algunos de sus mayores problemas.
La protagonista, Selene (Erica Rivas), se une a la brujería de chica. Junto con el poder que aprende a utilizar entiende que debe pagar un precio. Por lo que muestra el film, ella no suele recurrir demasiado a sus hechizos. Le sirven sí para paliar una situación económica complicada por la que está pasando su familia. Ella vive con su hija, Belén, y trabajan cosechando verdura en su casa. El pueblo la estigmatiza por el rumor de que es una bruja. Pero, también su forma de vivir y vestir la hacen resaltar por sobre los demás. Es por esto que tampoco recibe mucha cooperación a la hora de vender su producción.
Cuando en el pueblo secuestran a la hija de Selene, entre otras jóvenes, para que formen parte de una red de trata, ella empieza a utilizar sus saberes de bruja para poder encontrarlas. Junto con ella, el padre de otra de las jóvenes que también fue secuestrada empieza a movilizar a la gente del pueblo.
Uno de los recursos que utiliza Marcelo Paez-Cubells es la caricaturización de algunos de sus personajes. Entre ellos, los pertenecientes a la banda de trata de personas. No parece una mala elección hablar desde el exceso cuando aparecen estas personas que se podrían tildar de nefastas. Sin embargo, es tal la exageración, que lleva a atentar contra el verosímil del relato. En cuanto a la actuación de Rivas, su personaje es uno de los más logrados. Logra transmitir la locura de una madre desesperada. Aquí el problema no está tanto en ella sino en el guión y los diálogos.
Las conversaciones entre los personajes no tienen grandes metáforas. Trabajan sobre lo llano, sobre el estereotipo. Esto se ve muy bien cuando aparece la trabajadora social (una persona que no intenta comprender las creencias de la familia de Selene y se vuelve hostil hacia ella en pos de la defensa de una menor). Pero también surge cuando van a ver al policía (un hombre que es híper agresivo con las mujeres, que responde solo a la voz de otro hombre y que no es resolutivo). Incluso en el momento del secuestro de las jóvenes, el padre de una de las chicas (Pablo Rago) y Selene tienen diálogos acartonados en los que hablan, como si fuera una receta, sobre cómo funcionan estas redes de trata y cómo tienen que movilizarse.
Otro de los problemas con los que cuenta el film son los efectos especiales. Este aspecto hace que el distanciamiento con lo que se está viendo sea casi inmediato. Con los avances a los que estamos acostumbrados ver, esos recursos no ayudan a la narración. Pero, desde lo técnico, también se pueden observar escenas que terminan viéndose desprolijas por la utilización del croma que desentona con otra parte del paisaje.
A pesar de todos los elementos que le juegan en contra a Bruja, no es una película que pese al verla. La idea y la intriga que propone desde su apuesta al género le otorgan cierto ritmo.