Por una cabeza
La veta del cine fantástico en nuestro país nunca fue de las más exploradas. Son pocas las películas que se animan a ese registro que coquetea con lo bizarro y muchas menos las que se animan a hacerlo dentro del circuito comercial. Con estas consideraciones en mente, el director Pablo Parés (Daemoniun: Soldado de Inframundo, 100 % Lucha: El Amo de los Clones y la saga de Plaga Zombie) se puso al frente de Bruno Motoneta (2018), una historia repleta de condimentos particulares como científicos locos, extraterrestres, decapitaciones involuntarias y hasta dudosas obras de arte modernas.
Bruno (Facundo Gambandé) se gana unos pesos como delivery del local de “Extraordinarios Objetos” de sus tíos, ese tipo de comercio muy particular que parece ofrecer algo para todos. Como buena comedia de enredos, el conflicto se pone en marcha cuando la tía de Bruno -interpretada por una afiladísima Mirta Busnelli- se decapita a sí misma accidentalmente, situación ante la cual nuestro protagonista debe pedir ayuda a un excéntrico científico (Fabio Alberti) que maneja un laboratorio donde se llevan a cabo experimentos de lo más extraños, y en el cual trabaja como asistente una chica tan atractiva como misteriosa (Candelaria Molfese).
Claudio Rissi, Esteban Prol y Divina Gloria acompañan con pequeños pero también efectivos papeles, en un relato que rompe constantemente la cuarta pared y hace un culto del hecho de no tomarse a sí mismo demasiado en serio, siendo estos momentos lo más logrados. El hecho de contar con Gabandé y Molfese -dos egresados de la exitosa tira Violetta- es un plus con el que la producción seguramente busca llegar al target juvenil, basados en la popularidad de ambos tanto en la pantalla chica como en las cada vez más determinantes redes sociales.
Gracias a un elenco que sabe canalizar de manera apropiada el tono de un producto de esta naturaleza y una impronta narrativa que se anima a romper con ciertas convenciones locales, Bruno Motoneta es un film que tal vez no enloquezca al público de primera mano, pero cuenta con altas chances de convertirse en objeto de culto (bizarro) en el mediano y largo plazo. Nada mal para una historia de cabezas que hablan y alienígenas come cerebros.