Bruno (Facundo Gambandé) es un joven que reparte en su motoneta pedidos que realizan clientes de “Extraordinarios objetos”, un negocio muy particular propiedad de sus tíos, Elvira (Mirta Busnelli) y Beto (Claudio Rissi). Es sábado y está pendiente de su celular para organizar una salida con amigos.
Hasta el momento, no hay nada que llame la atención, son actividades normales que realiza un chico de su edad, para hacerse de unos pesos y gastarlos en el fin de semana.
Pero lo que sucede de aquí en más se encuentra fuera de la órbita de lo tradicional. La película dirigida por Pablo Parés, ingresa en un mundo del delirio y la exageración en su máxima potencia, porque hay un médico loco, el Dr. Márquez (Fabio Alberti) quien descubre un modo de resucitar a los muertos y tiene a una asistente, Auxilio (Candelaria Molfese), que come cerebros. Hacia allí llega Bruno para retirar la poción mágica pedida por su tío para intentar resucitar a su perro embalsamado.
Este entrecruzamiento de personajes y el verosímil creado da pie y justifica lo siguiente, que es tratar de unir la cabeza de su tía, decapitada accidentalmente, pero que todavía tiene vida propia en un cuerpo, que puede ser el de ella o de otra persona.
Relatada con mucho ritmo, los alocados personajes están en constante movimiento, las escenas son cortas y siempre desbordantes de energía. La estética es muy fuerte, trash, las máscaras están muy bien logradas, especialmente dirigida para un público preadolescente.
En una película con una narrativa de aventuras se necesita de un héroe que resuelva los problemas, y esos son provocados por los malos de turno encarnados por los García (Esteban Prol y Brian Buley), que son extraterrestres como Auxilio. Ellos se alimentan de cerebros para mantener la apariencia humana.
La pareja protagónica tiene que superar varios inconvenientes para lograr su cometido, uno más alocado que el otro.
El realizador cuenta la historia desde un género particular, homenajeando a películas de terror, de marcianos, y de científicos que quieren vencer a la muerte cueste lo que cueste, pero siendo una comedia pura, sin asustar a nadie, como un mero entretenimiento que tiene anunciada una secuela.
Candelaria Molfese y Facundo Gambandé son debutantes en la pantalla grande, aunque no inexpertos puesto que provienen de la exitosa serie infantil “Violetta” y ambos se esmeran en hacer creíbles sus actuaciones. Aunque quien resalta es Esteban Prol, que aporta todo su oficio y experiencia, destacándose en cada escena que interviene como un marciano desequilibrado y malvado.
El film parte de una buena idea, pero todo es tan exagerado, sin pausas, como para que el espectador procese toda la información y comprenda la nueva realidad instaurada, que le impide poder disfrutarla, sólo seguirla velozmente, del mismo modo en la que está compaginada esta película.