Lo difícil y maravilloso que es desear
Emma Thompson protagoniza esta aclamada película del Festival de Sundance.
Hay veces en la vida, momentos, edades, donde es más fácil o difícil verse al espejo. Para Nancy, una mujer jubilada recién enviudada de más de 50 años interpretada por la maravillosa Emma Thompson, definitivamente no es fácil ni agradable. La misma actriz, de 63 años, ha hablado en entrevistas, destacando lo difícil que fue para ella, una mujer que siempre ha estado descontenta con su cuerpo, desnudarse de esta manera. En el festival internacional de cine de Berlín, Thompson afirmó: «Intenten pararse frente al espejo y no se muevan. No te muevas. Solo acéptalo, solo acéptalo y no lo juzgues. Eso es lo más difícil que he tenido que hacer. He hecho algo que nunca había hecho como actriz. (…) a las mujeres nos han lavado el cerebro toda la vida. Y todo lo que nos rodea nos recuerda lo imperfectas que somos y lo mal que está todo». Y es que, lejos de ser la única, es verdad que vivimos en una sociedad patriarcal y consumista, incluyendo obviamente el mundo del entretenimiento, que parece estar obsesionada con los cuerpos de las mujeres, aunque hablar en plural sería un error, está obsesionada con un tipo de cuerpo, uno joven con un color y unas medidas particulares. Todos los cuerpos que se salgan de este ideal, incluyendo el de las mujeres de mayor edad, aparecen pocas veces en el centro de la pantalla, pocas veces deseando para si mismas, pocas veces relacionándolos con la sexualidad. Sin embargo, este es justamente el centro de esta bella película.
Good luck to you Leo Grande o en español Buena suerte, Leo Grande dirigida por la australiana Sophie Hyde (quien hizo el éxito de Sundance de 2019, Animals) a partir de un guion un tanto teatral de Katy Brand, nos presenta este drama a dos manos que sigue una serie de encuentros en habitaciones de hotel entre Thompson quien ha contratado a un trabajador sexual, un apuesto seductor llamado Leo (Daryl McCormack, de Peaky Blinders).
McCormack es maravilloso, interpreta a un tipo que confía en su propia belleza sin ser un idiota al respecto. Hay un momento fantástico en el que, de camino a encontrarse con Nancy por primera vez, se detiene a mirar su reflejo en el escaparate de una tienda, arreglándose el abrigo con una mirada que nos dice que sabe lo bien que está. Al mismo tiempo, la primera vez que vemos a Nancy, está entrando en la habitación del hotel con una falda desaliñada y zapatos remilgados (fue maestra de educación religiosa y se viste según ese estereotipo). Justo antes de que llegue su invitado, se mira al espejo y en su mirada vemos el juicio y la inconformidad al ver su reflejo. No dice nada, pero su cara lo dice todo. Unos segundos después llega Leo y empieza esta divertida interacción entre ambos.
Ambientada en cuatro encuentros, la película se siente más como una obra de teatro, contenida casi en su totalidad en las paredes de la habitación del hotel. Moviéndose a través de etapas matizadas del desarrollo de cada personaje de manera tan fluida que una hora y 37 minutos no se siente en absoluto. En cada encuentro mientras los protagonistas se conocen, nosotros como espectadores vamos entendiendo mejor la vida y personalidades de ambos. Nancy es una mujer inconforme y asfixiada por su vida que ha estado regida por lo que debía ser, una vida fríamente planeada por lo que la sociedad y su esposo esperaba de ella como mujer: mamá, profesora de religión, nunca se priorizó así misma, ni se atrevió a desear algo distinto, ni siquiera en su sexualidad. Por su lado Leo, es un joven seguro de si mismo, misterioso y con una importante claridad sobre los limites de su trabajo y de su vida sentimental.
Durante los intercambios, los protagonistas tienen interesantes discusiones respecto a distintos temas, sus vidas, los estereotipos, el trabajo sexual (o por lo menos en una versión rosa de este) entre otros. Si bien creo que dejan varios temas abiertos y con posturas que pueden ser fácilmente debatibles, el centro de su interacción y en mi opinión lo mejor de la película, es definitivamente la evolución del personaje de Nancy. Para una mujer que estuvo siempre regida por lo que la sociedad le decía que debía hacer, los encuentros con Leo le permitieron empezar cuestionar y priorizar sus deseos. Así, en un espectacular final, vemos a nuestra protagonista, finalmente reconociendo y comunicando su propio deseo. Cuando se atreve a desear sin tapujos, es capaz de encontrar por sí misma, por un lado, el placer que tanto había estado buscando y, por otro lado, de mirarse al espejo, sin juicios, con amor y sonriéndose.