No habría nada que decir sobre esta película si su protagonista no fuera Emma Thompson. Legendaria figura del cine británico y mundial cuya carrera en la pantalla grande comenzó en 1989 cuando participó en Enrique V, la ópera prima de quien por entonces era su pareja, Kenneth Branagh. La actriz se volvió muy popular en los años siguientes y ganó también dos Oscars. Uno a mejor actriz por La mansión Howard (1992) y otro a mejor guión adaptado por Sensatez y sentimientos (1995). Siendo un verdadero emblema del cine inglés, igualmente incursionó en Hollywood con comedias y dramas y de regreso tuvo también un papel en la saga de películas de Harry Potter. Esa carrera es la que le da a Buena suerte, Leo Grande todo su sentido.
La película muestra la sensibilidad, la vulnerabilidad y también el deseo sexual de una mujer madura, cosas que al cine no parecen importarle demasiado. No una mirada tierna y paternalista, sino una realista e inteligente. La película es mejor conceptualmente que en la práctica, donde las charlas en un cuarto de los dos protagonistas tienen un valor cinematográfico escaso. Claro que hay sexo y por supuesto un desnudo de Emma Thompson que más que cuidado es orgulloso, digno como ella, capaz de plantarse frente a nosotros y mostrarse como es. El cine, demagógicamente enfocado en subrayar su respeto por las minorías y con un feminismo de mentira, debería entender que esta película tiene más valor que todos los esfuerzos falsos juntos.