Donde los buenos modales importan.
Con un comienzo que guarda una estética de postales de carreras en blanco y negro, esta comedia romántica del director australiano Stephan Elliot (Las aventuras de Priscila, la reina del desierto) retrata un mundo aristocrático con buenas pinceladas de humor.
La llegada del hijo poderoso de la familia inglesa (Ben Barnes, el de Las crónicas de Narnia) con una norteamericana corredora de autos (Jessica Biel) no es una buena señal. Y ahí el cineasta aprovecha para narrar una historia tan refinada como la familia que muestra. El mayordomo Furber (más parecido al Largo de Los locos Addams); un padre de aspecto desprolijo (un siempre correcto Colin Firth) y dos hermanas que se pliegan a las decisiones de una madre estricta (una excelente Kristin Scott Thomas) conforman el universo de este clan que no es precisamente La familia Ingalls.
Una comedia romántica del mejor cuño, atrapante, emocionante y que pone en juego las piezas de las relaciones familiares, entre tangos, representaciones teatrales, enredos y un pasado que se oculta y saldrá a la luz.