Naufraga en un humor elemental
Dentro de la invasión de comedias políticamente incorrectas que sucedió al éxito de "¿Qué pasó ayer?", la despareja "Buenos vecinos" aportaba cierta originalidad al enfrentar guarradas de los jóvenes de una fraternidad con la de los treintañeros que vivían en la casa de al lado y que no soportaban sus desmanes nocturnos.
Habiendo llegado a una tregua en la lucha generacional planteada en el primer film, en esta secuela está todo tranquilo: la familia de Seth Rogen espera un nuevo bebé y acaba de vender la casa para comprar otra. Sólo que la venta tiene un mes de prueba para que los compradores estén seguros de que tenga todos los requisitos en regla. Y, por supuesto, para repetir la premisa del film anterior, al día siguiente una nueva fraternidad de chicas alquila la siempre problemática casa de al lado.
Por eso, el enfrentamiento vuelve a empezar, dado que el pedido de los protagonistas a las chicas para que se porten bien sólo un mes no cuaja, dado que las universitarias necesitan hacerse notar para convocar más socias y poder pagar la renta de la gigantesca casa. Como en un elemental dibujito animado -el clásico sería "La Pantera Rosa"- la guerra entre vecinos no da tregua, con matices tipo lluvia de tampones usados o robo de la gran bolsa de marihuana (esto da lugar a una vertiginosa persecución en una de las escenas más divertidas).
Pero el nivel de esta segunda parte en general no es particularmente brillante, y los chistes que mejor funcionan son los más bien físicos, como los intentos del dueño de casa por salir del garaje donde lo atraparon las chicas. La novedad en el elenco es la presencia de Chloe Grace Moretz como la jefa de la nueva fraternidad, que aporta un par de chistes feministas más o menos divertidos, lo que se aplica a toda la película.