Igual pero mejor
Es indudable que, dentro de la nueva comedia americana, son los mismos estereotipos y personajes emocionalmente inmaduros los que dominan la gran escena del género. Desde el derrotero sin fin de Adam Sandler con films como Grown Ups (2010) hasta el nuevo standard de calidad creado por Todd Philips y la trilogía ¿Que pasó ayer? (The Hangover), todos son exponentes en mayor o menor medida del gag efectista e inmediato, sin grandes pretensiones argumentales. Una fórmula que, cuando se pone en práctica, depende principalmente de la dinámica del guion y la química actoral para que los clásicos lugares comunes sean algo anecdótico, más que una falencia para remarcar. Y justamente es en esa singularidad que una secuela tan innecesaria y continuista como Buenos Vecinos 2 (Neighbors 2: Sorority Rising) funciona en lo más importante: Hacer reír.
No nos equivoquemos, la segunda parte de Neighbors (2014) – también escrita y dirigida por el británico Nicholas Stoller – es igual de incoherente y descerebrada que la primera, teniendo en cuenta que la premisa es casi calcada de la anterior y el humor es igual de burdo que cualquier episodio de Jackass. Prácticamente no existe ningún aporte significativo que la haga más atractiva para el que está acostumbrado a un humor más elaborado. Dicho esto, podemos decir que el reciclado argumento de adultos vs adolescentes pasa a un segundo plano cuando los chistes y los personajes se complementan de forma ideal.
Seth Rogen y Rose Byrne vuelven a ser Mac y Kelly Radner, dos ineptos padres de una nena de dos años y otra por venir, más preocupados en fumarse un porro que en evitar que su hija juegue con un consolador vestido de princesa. Ya pasaron dos años desde aquella batalla contra la fraternidad de universitarios fiesteros liderados por Teddy (Zac Effron) y Pete (Dave Franco) y ahora el mayor anhelo de esta divertida pareja es vender su casa para poder mudarse a los suburbios, aprovechando que la paz volvió al barrio. La única condición es que pasen primero por un período de prueba que convenza a los compradores que no existe ningún inconveniente con la casa ni con los vecinos.
Sin embargo, el problema surge cuando otra hermandad de estudiantes desenfrenados son precisamente los nuevos vecinos con los que tienen que lidiar los Radner. Encabezado por Shelby (Chloë Grace Moretz), este grupo de chicas busca romper con las reglas misóginas de la universidad que sólo permiten hacer fraternidades masculinas y para eso intentarán defender sus derechos recién adquiridos a base de música fuerte, alcohol y drogas blandas. Frente a este panorama, la única solución que les queda a Mac y Kelly es aliarse con un viejo enemigo, la única persona capaz de crear como de arruinar fiestas: Teddy.
Buenos Vecinos 2
Al igual que en la primera película, Buenos Vecinos 2 mantiene esa impronta grandilocuente de convertir lo absurdo en algo épico. Los varios enfrentamientos entre ambos bandos son una cuestión de logística militar exagerada que casi siempre terminan en situaciones delirantes cargadas de slapstick y al límite de lo escatológico. Algo que deriva en un humor, que si bien puede parecer gastado en los papeles, encuentra la mejor versión en sus intérpretes.
Tanto Rogen como Byrne son los pilares fundamentales para que cada conflicto concluya por lo general en un buen remate. El guion acompaña pero es la química de este dúo en escena lo que hace que en algunos momentos la gracia provenga más de sus expresiones que de los diálogos. Caso aparte es el de Zac Effron, el cual tomó la mejor decisión de su carrera al dejar atrás su edulcorada imagen de ídolo teen para pasar explotar su faceta cómica parodiándose a sí mismo (aunque no siempre con buenos resultados). Puntualmente en este film, el idiota querible de Teddy es su mejor papel hasta ahora – Aunque corra peligro de encasillarse de nuevo.
Por otro lado, la inclusión de la siempre talentosa Chloë Grace Moretz como la intrépida Shelby es una las mejores incorporaciones al elenco, no obstante su soltura en cámara no es suficiente para consolidar un personaje algo falto de personalidad desde un principio. Esto se hace más evidente cuando se lo compara con la poca participación que tiene esta vez Dave Franco, uno de los puntos fuertes de la primera entrega y que ahora cuenta con un espacio por demás reducido dentro la historia.
Fuera del plano actoral, es curioso ver que una película de este tipo sitúe al sexismo en un lugar preponderante y que a su vez sea algo de lo que los personajes se encarguen de hacer notar en todo momento. Dentro de un contexto histórico en donde se favorece la reivindicación de la igualdad de género, esta pequeña declaración de principios cumple en equiparar los estereotipos negativos masculinos al retratar a los personajes femeninos con las mismas actitudes groseras y sexualmente activas que las que se suelen asignar a los hombres, y sin ningún tipo de juicio de valor al respecto. Un pequeño granito de arena frente a la doble moral con la que se representan los sexos.
Neighbors 2 es el equivalente a un placer culposo para los que disfrutamos de una comedia chabacana de vez en cuando. De todas formas, detrás de los chistes fáciles y un argumento inverosímil, se puede encontrar un trabajo de relojería capaz de convertir el gag más básico en una sumatoria de ocurrencias más complejas apreciadas en conjunto. Porque a pesar de pertenecer a un subgénero bastardeado dentro de la comedia, esta secuela es algo más de lo que aparenta a simple vista.