Damas en guerra.
Lo nuevo de Nicholas Stoller como director se traduce en una comedia ciclotímica, por momentos ingeniosa pero un tanto dispersa, que naufraga cuando se estanca en una suerte de planicie visual y narrativa durante los monólogos a cargo de Teddy (Zac Efron) o la repetición de un chiste hasta agotarlo, como sucede con el del airbag, que en una primera visión resulta explosivo e inesperado (aunque lo hayamos visto en el trailer), pero luego la reiteración termina por desgastarlo.
Como una suerte de híbrido entre Proyecto X, el microuniverso de Kevin Smith y esa cualidad de cine prismático-antropológico que abarca todas las etapas atravesadas por un ser humano, símil Apatow, Stoller -al igual que la figura central de la NCA- explora las zonas oscuras de esa institución denominada “familia” en tono de comedia fumona, alocada, lisérgica y escatológica.
Por eso Mac (Seth Rogen) y Kelly (Rose Byrne) tienen sexo como los personajes de Apatow: de manera ridículamente incómoda, azotada por la rutina y la pérdida de la pasión post paternidad. Así como Pete y Debbie abrían Bienvenido a los 40 con una escena de sexo frenético en la ducha, Buenos Vecinos comienza con la humillación sexual característica del cine de Apatow: la pareja protagonista intenta tener sexo delante de su hija recién nacida, mientras la pequeña los mira fijamente a pesar de no entender lo que está sucediendo. La confirmación de que Mac y Kelly ya no son jóvenes llegará con la mudanza de sus nuevos vecinos: la fraternidad Delta Psi liderada por el macho alfa, Teddy.
Es que Mac y Kelly son los padres exhaustos que eran Pete y Debbie en Ligeramente Embarazada, esos que se quedan dormidos en el suelo mientras se preparan para una salida nocturna que nunca llegan a concretar. Son dos jóvenes fiesteros atrapados en los cuerpos de unos padres treintañeros y se rehúsan a crecer, a madurar, y por eso viven en una constante lucha contra el tiempo. Es que ser padres primerizos de treinta y tantos no es compatible con ser cool en el film. Como bien indica el slogan publicitario del poster estadounidense, “familia vs. fraternidad” es el enfrentamiento al que asistiremos durante 97 minutos. Buenos Vecinos mantiene el tono realista asociado a la idea de una pareja que acaba de tener un hijo y cómo su vida tal cual la conocían ya no existe. Así como a Debbie en Ligeramente Embarazada le negaban la entrada a un boliche por ser “vieja”, el líder de los Delta Psi, no invita -en principio- a sus nuevos vecinos a enfiestarse con ellos. Pero estos padres no se comportarán como personajes de su edad y todo el tiempo estarán revelándose contra el comportamiento que la sociedad impone como el correcto.
Pero, al igual que en las comedias de Apatow, cuando uno comienza a rascar la superficie queda al descubierto un fondo extremadamente conservador; lo que no sería un problema. De hecho no lo es en las comedias de Apatow. Pero sí lo es aquí, sumado a la imprecisión del guión en cuanto al timing, lo que produce una pérdida de agilidad en los diálogos. Es que el guión de Andrew J. Cohen y Brendan O´Brien no es lo suficientemente ingenioso ni posee la profundidad y la sensibilidad de Apatow para narrar, pero sí un talento algo discontinuo, que funciona como una suerte de entremés hasta que aparezca otra genialidad de la comedia.