Hay comedias que se quedan y comedias que van más allá. Durante la última década, la Nueva Comedia Americana se caracterizó por promover un tipo de vínculo entre personajes masculinos. Centrándose en el amor –no literalmente de hermanos- fraternal (“bromance”) y con la dificultad de madurar como idea matriz, grandes películas ilustraron la pantalla siendo sumamente atractivas para una gama amplia de audiencias: de la adolescencia a la adultez; de “Supercool” a “Drillbit Taylor”. Eso es ir ‘más allá’: construir una visión cómica del mundo con un diferencial.
No estamos –espero- ni cerca del final de esta tendencia. El año pasado nomás Seth Rogen nos trajo “Este es el fin”; nada menos que el cierre inteligente de una etapa (la etapa Apatow) y la apertura de un universo (dentro de otro) con voz propia. El lugar de Nicholas Stoller (director de la película que hoy reseño) en todo este menjunje de nombres está todavía por descifrarse. Yo siempre le otorgué una pertenencia media y, para entender mejor esto, lo empariento con Jason Segel. Segel escribió el primer film de Stoller, “Forgetting Sarah Marshall” (2008), que supuso un comienzo dentro de la familia (la familia Apatow), pero luego ambos pusieron un pie afuera para guionar “Los Muppets” (2011) y darle vida a esa maravilla llamada “The Five Year Engagement” (2012).
De estos dos recorridos, “Buenos Vecinos” no encaja en ninguno. Tiene el “bromance” y hay amor de pareja, teje el “síndrome Apatow” (ver link: http://lossospechososdesiempre.blogspot.com.ar/2009/07/la-comedia-que-dispersa.html) pero lo hace sin profundidad; sin ese ‘más allá’. Lo que queda es una comedia de situaciones, graciosa aunque anecdótica, en torno a la siguiente premisa: fraternidad (liderada por Zac Efron) que no para de hacer fiestas se instala en la casa aledaña a la de un matrimonio con bebé recién mudado (Seth Rogen y Rose Byrne) que hará lo imposible para deshacerse e los jóvenes.
Le doy crédito a Stoller por sostener hora y media de relato sobre esa premisa única, pues no hay nada más allá del enfrentamiento vecinal que genere interés o tenga el mínimo desarrollo. Le doy crédito a sus actores (fina selección, excepto Dave Franco; un droopy que sigue sin convencerme), que comentan absolutamente todo, buscando siempre el chiste. No pueden venir todas esas ideas del guión, aunque a los guionistas si les reconocemos el planteo de personajes breves y extrañamente originales e hilarantes, como el policía de Hannibal Buress o la decana de Lisa Kudrow. En esas escasas ocurrencias está el jugo de una película que no tiene nada que resuene, que se pegue.
Propongo que no nos engañemos tan fácilmente. El paquete viene diseñado de manera ganadora en todas sus esquinas: Rogen siempre cumple, Efron se saca la remera para las chicas y las risas se quieren presentar a cada instante pero… ¿nos da risa de veras? Manifestado este reparo, puedo ponerle una ficha a la capacidad de contagio de la sala de cine (no es lo mismo ver “The Hangover” en pantalla grande que solo en tu casa).
Párrafo aparte para Rose Byrne, incapaz de quedar mal parada y colándose ya en el podio de las mujeres más sexys del cine. Recordemos que lo sexy no está marcado por la edad. Quién mejor que Byrne como parámetro, que puede ser Jackie Q en “Get Him to the Greek” (también de Stoller) y luego una madre que amamanta a su bebé o tiene sexo atolondrado en el piso sin perder una pizca de sensualidad. Eso es más sexy que la mierda. Byrne SI, las nenas de la fraternidad NO; Leslie Mann SI y Megan Fox NO; Mary Louise Parker; Ashley Judd; Diane Lane…¡Drew Barrymore! ¿Me siguen?