Mezclar Transformers con la nostalgia de los 80 resulta mejor de lo que suena en Bumblebee, una película con espíritu lúdico y noble. Esta nueva incursión en la saga de los robots que se transforman en vehículos le debe gran parte de su atractivo a la heroína que la protagoniza y apuesta todo a ella.
Interpretada por la talentosa Hailee Steinfeld, Charlie es una adolescente angustiada y con conflictos como cualquiera, pero el guion de Christina Hodson se encarga de que sea más que un prototipo visto mil veces. Triste y enojada por la muerte de su padre, alejada afectivamente de una madre y un hermano que intentan seguir adelante, Charlie tiene como único objetivo arreglar el Corvette 57 que ha heredado e irse lejos. Pero la adolescente se encuentra entre la chatarra de su tío a un VW Escarabajo amarillo, que es en realidad un robot extraterrestre enviado por Optimus Prime para salvar a su especie.
Excepto por las secuencias del comienzo y del final, Bumblebee se parece más a esas películas de los 80 en las que un niño o joven encontraba un amigo peculiar al que debía esconder, como E.T., el extraterrestre y Cortocircuito, que a Transformers. La inspiración en ese cine le da a Bumblebee encanto, pero resulta un poco repetitiva y forzada la insistencia en la nostalgia de aquella época, con referencias constantes a la cultura popular del momento como Alf, El club de los cinco y la música de los Smiths, entre otros.