Un prolijo entretenimiento que sobrepasa a sus antecesoras.
En 2007, con la primera Transformers, Michael Bay hizo la que fue su última película en donde si bien había una sobrecarga de efectos digitales y cortes a lo pavote, tenía personajes queribles y un guion de solidez aceptable. Después vinieron las secuelas que crecieron en duración y presupuesto, donde no solo carecían más y más de ese básico detalle, sino que ni siquiera eran entretenidas. 11 años más tarde, con Bay dando un paso al costado, parecieron recordar estos detalles en la realización de Bumblebee.
Tengo un tractor (ok, auto) amarillo.
Cybertron ha caído bajo el yugo de los Decepticons, por lo que los Autobots liderados por Optimus Prime deben escapar a la Tierra para resguarecerse e iniciar su contrataque. B-127 es el robot elegido por dicho líder para venir a nuestro planeta y establecer dicha fundación. Su llegada no es lo que se dice silenciosa y es inmediatamente perseguido por el Ejército Norteamericano. Termina encontrando refugio en Charlie, una joven de 18 años en busca de un auto, quien lo bautiza como Bumblebee.
Bumblebee es un prolijo guion de acción y aventura, con un personaje querible adelante de todo. La relación entre la chica y este robot producirá no pocos momentos muy conmovedores. Los antagonistas robóticos que siguen a nuestro protagonista desde Cybertron proveen una parte de los momentos de tensión, mientras que la otra la aporta la desesperación de la pareja protagónica al mantener encubierto el secreto de la verdadera forma de Bumblebee.
El único defecto en esta prolijidad es el antagonista humano, un personaje que aporta una comicidad no emparejada tonalmente con el resto de la película, y que si era removido de la historia se podía seguir contando igual.
En materia actoral, Hailee Steinfeld lleva cómodamente el protagónico sobre sus hombros a base de mucho carisma y de la mano de un personaje que no necesita ser definido por un interés romántico. John Cena, el antagonista humano, hace lo que puede con un personaje que no aporta, ni siquiera toda su destreza física consigue un resultado que haga pensar lo contrario.
Por el costado técnico, es grato encontrar una película deTransformers con luchas de robots que se puedan ver claramente, en vez de ser una incomprensible ensalada de tuercas digitales, sin sucumbir al corte picado e hiperkinético. Por lo demás, mantiene una paleta de colores cálida para los momentos diurnos, mientras que adquiere una más fría para los nocturnos. O sea, lo mismo que viene haciendo la saga desde siempre, pero con un poco más de sutileza.