Acción con buenas intenciones
Bus 657 El escape del siglo (Heist, 2015) es la típica película de acción sin ninguna otra pretensión que entretener al espectador. Para eso presenta una clara historia de robo y huida, personajes estereotipados y un buen despliegue técnico para las persecuciones que le inyectan adrenalina a un relato que subestima por momentos a quién la mira. Si la aceptamos como la fantasía que pretende construir, hasta se puede pasar un rato placentero.
La historia arranca con el malevo personaje que compone Robert De Niro, magnate sin escrúpulos del casino, igualito –demasiado- al inmortalizado por el mismo actor en el film dirigido por Martin Scorsese. Bus 657 El escape del siglo sigue este experimento posmoderno de estilo publicitario: recurrir al icono reconocido por el espectador y mezclarlo en un nuevo y comprensible producto. Y no será el único icono reutilizado.
La cuestión comienza cuando Vaughn (Jeffrey Dean Morgan), empleado del casino hace 20 años, necesita una suma importante de dinero para operar a su pequeña hija. El dueño del lugar apodado “El Papa” (De Niro) se lo niega abduciendo que él no hace caridad. Entonces Vaughn se junta con otro empleado “en disconformidad” y hacen el mentado atraco. De Casino (1995) pasamos a La gran estafa (Ocean's Eleven, 2001) en pocos minutos. Pero sucede que algo sale mal y los ladrones deben huir en el autobús número 657. Arranca entonces Máxima velocidad (Speed, 1993).
Hasta aquí tenemos una película que le roba a muchas otras pero en su mezcla balanceada se hace entretenida y llevadera. Lo que sucede a continuación será pura y exclusivamente sobre el bus. Ahí se presenta otro problema, el propio de cualquier película a contrarreloj: la verosimilitud comienza a fallar con acontecimientos que se presentan cada vez más forzados y por ende, difíciles de creer.
Uno puede perdonar cualquier cosa a esta altura de la trama, sabiendo a lo que se atañe. La clásica dupla de ladrón bueno y ladrón malo, que el policía se solidarice con la noble causa del malhechor o hasta que el villano justifique su crueldad en la falta de cariño de su hija hacia él. Pero la vuelta de tuerca final -que no adelantaremos- con redención personal incluida, es tan trillada –argumental y cinematográficamente- que causa sonrisas no deseadas.
Salvo por estas trivialidades de un género que nunca fue ni pretendió ser realista, Bus 657 El escape del siglo es una película efectiva de sábado de súper acción. Así se piensa a sí misma, y desde ahí hay que verla.