Este film es el típico caso en el que nada es lo que parece. Es una de esas historias en la que uno cree que todo es predecible y termina siendo una grata sorpresa.
La trama se centra en Vaughn (Jeffrey Dean Morgan), un crupier de un casino flotante al que no le alcanza el dinero para pagar las deudas que mantiene con el hospital en el que su pequeña hija se encuentra a la espera de un transplante que le salvará la vida.
Ante tal desesperación, recurre a su jefe, “El Papa” (Robert De Niro), un mafioso al borde del retiro por problemas de salud que, como era de esperarse, no sólo niega ayudarlo monetariamente sino que -además- lo despide de su trabajo.
Habiendo perdido toda esperanza, Cox (Dave Bautista), su nuevo compañero, un matón encargado de la seguridad del casino, le propone robar el dinero de los jefes de la mafia local que es lavado mediante las operaciones de este lugar.
Tras planear todo cuidadosamente, el robo se lleva a cabo, pero el escape se complica y se ven forzados a subir a un autobus (cuyo número es el título de esta película), tomando por rehenes al conductor (papel interpretado por D.B. Sweeney) y a todos sus ocupantes. Con un compañero herido, y otro a la fuga, Cox y Vaughn no solamente serán perseguidos por la policía, sino que también por la gente de “El Papa”.
Esta road movie dirigida por el muy poco conocido Scott Mann, contiene altas dosis de acción, adrenalina y emoción que nos plantea el “¿hasta dónde estarías dispuesto a llegar para salvar a un ser querido?”.
Completan el reparto, Gina Carano, Morris Chestnut, Mark-Paul Gosselaar y una muy desaprovechada Kate Bosworth que sólo participa de una escena y aún así está en el poster.