La nueva película de Pixar entretiene, divierte y es una de las mejores opciones de la cartelera. Para chicos y grandes.
Ovídense de Buscando a Nemo, vayan a ver Buscando a Dory como si se tratara de una película autónoma, ya que es un spin-off que funciona sin que se tenga que haber visto la animación de 2003. Y sí, cuando la película llega al magistral plano final en cámara lenta, con la canción What A Wonderful World de fondo, ya podemos decir tranquilos: “Pixar lo hizo de nuevo”.
Buscando a Dory es maravillosa. Quizás su mayor defecto sea su exceso de perfección técnica (se recomienda ver en 3D para apreciar mejor la intensidad de la paleta de colores). Pero, claro, no todo se reduce a la técnica ni al departamento de tecnología y arte y producción, sino también al cine, que es lo que hay que tener en cuenta por sobre todas las cosas.
El argumento es magnífico: se trata de un deambular permanente de Dory (un pececito de color azul y amarillo) en busca de sus padres, a quienes pierde por carecer de memoria a corto plazo. Es increíble el trabajo que hacen los directores Andrew Stanton (también responsable de Buscando a Nemo) y Angus MacLane a partir de esta simple premisa, ya que entienden que el cine es, ante todo, desplazamiento y obstáculos para sortearlos y seguir avanzando (la quintaescencia del género de aventuras).
En ese recorrido oceánico, la amnésica Dory se va encontrando con una fauna marina variopinta y personajes tan encantadores como ella (el pulpo Hank, el pajarraco de prominentes ojos rojos, la ballena medio ciega llamada Destiny, entre otros), salvo un pulpo gigante de un solo ojo que aparece al comienzo como la única amenaza verdadera.
Te vas a sorprender: Buscando a Dory en números.
Es que aquí no hay enemigos que quieran devorar a los pequeños peces multicolores, o al menos se mantienen siempre en fuera de campo. Y este es su mayor acierto. En todo caso, el enemigo son sus propias decisiones. Cada mala decisión le puede costar la vida.
La historia se desarrolla un año después de las aventuras de Buscando a Nemo. Las dificultades que se le presentan a Dory en el camino están encadenadas sutil y mágicamente, como si fueran pasadizos secretos y tuberías ultramarinas por las que entra para salir en otra parte. Antes de la película se proyecta el corto Piper, que es pura ternura y que trata de un pajarito que tiene que aprender a alimentarse.
Buscando a Dory tiene paisajes pintorescos y, a su modo, es una película de climas, donde el estado de ánimo de su personaje principal y las decisiones que toma importan mucho. El mensaje del filme es claro como el agua donde nadan los peces: no hay que tener planes, porque las mejores cosas suceden al azar. La vida es así.