La aventura de Dory es tan cautivante como la de Nemo
La era de oro de Pixar, y por ende de la animación digital, probablemente debe tener que ver con el gigantesco éxito de taquilla de 2003 "Buscando a Nemo", con un pececito con la voz de Albert Brooks decidido a atravesar imposibles distancias y profundidades oceánicas con tal de recuperar a su hijo, el Nemo del título.
En la dramática hazaña participaba la despistada pececita azuleja Dory, que justamente es la que ahora hay que buscar. Es que habiéndose despistado del todo por un problema amnésico, Dory anda realmente perdida, y Nemo y su padre ahora son los que deben tratar de ayudar a que se reúna con su familia.
La amnesia que domina la trama y más de la mitad de los diálogos de Dory (Ellen DeGeneres en la versión no doblada) podría verse como un chiste interno del director y guionista y pionero de Pixar Andrew Stanton acerca de la dificultad de recordar los detalles del argumento y los personajes del film de 2003.
Luego de más de una década, lo digital ha mejorado mucho, y justamente un punto a favor del nuevo film es el cuidado para mantener los diseños originales (los seres humanos son modelo "Toy Story"), más allá de que técnicamente los cartoons computarizados hayan dado pasos abismales.
En cambio, lo cierto es que conceptualmente el guión es menos audaz que su predecesor. No sólo no cabe duda de lo cómico del asunto desde la amnesia inicial, sino que además el argumento no deja que la búsqueda se extralimite mucho, dado que las correrías de Dory están centradas en una institución ecológica mucho menos vasta que los siete mares. Aunque no por eso carente del inconfundible humor negro del Pixar original, con personajes delirantes como un pulpo de interiores, y las imágenes asombrosas dignas del caso. Más algunos gags contundentes y toques geniales, como por ejemplo que en la versión original Sigourney Weaver aporte su voz a ella misma.