Secuela codependiente pero entretenida.
Durante toda la función cada tanto me tuve que aguantar a un nenito haciéndole preguntas a la madre, y la madre le tenía que contar la historia de la primera película. Podría dejar pasar este incidente como una mera cuestión de convivencia en la sala, pero este sencillo hecho termina por demostrar dos cosas: Uno, que ni en una función subtitulada uno se salva de la inquietud y la hiperkinesia de los nenes en el cine y Dos, que una secuela no sólo tiene la difícil prueba de tener que igualar o superar la calidad de la original, sino que también debe demostrar que puede ser una película en su propio derecho. Lamentablemente este es el problema esencial de Buscando a Dory.
Más de una búsqueda
Dory es una pescadita que vive feliz con sus padres, quienes la ayudan con su memoria a corto plazo. Un día ella se encuentra en el océano, y habiendo perdido rastro de sus padre se pasa el resto de su vida buscándolos. Hasta que un día se cruza con un pez payaso llamado Marlin y se producen los eventos de Buscando a Nemo. Un año más tarde, los tres viven en el arrecife, y mientras llevan a Nemo a un viaje de estudios, a Dory se le activa un recuerdo sobre sus padres en un lugar llamado “La joya de Morro Bay, California”. Es entonces cuando van en busca de los mismos.
El guion de la película posee una estructura decente y como todas las películas de Pixar posee una temática marcada sobre la familia (postiza o de sangre) que se pierde y se encuentra, así como de no rendirse a pesar de todo. Aunque cuenta con un arco de personaje más que satisfactorio, el desarrollo de la trama carece de fluidez y algunos de los conflictos se resuelven medio como de casualidad (algo de lo que Pixar siempre se preció de evitar). La comprensión de la historia en puntos vitales del argumento descansan en el conocimiento previo de la película anterior. ¿Es esto malo? No, pero le quita puntos el que no pueda sostenerse por sus propios medios, sobre todo con el público infantil, que si bien no son el target absoluto de la película, si es uno prioritario.
Por el costado de la técnica, se inclinaron a no arreglar lo que no está roto y tanto los escenarios como el diseño de personajes son de una gran riqueza de colores, pero al igual que su historia, no posee muchas novedades.
Conclusión
Buscando a Dory no es una decepción, pero tampoco una maravilla. Es una narración entretenida, con sus temas bien planteados y con suficiente emoción, pero que no puede sostenerse por sí misma más allá de su asociación con la primera película. Es el título que pone en evidencia una de las pocas —cuando no, la única— debilidades de Pixar que son las secuelas (Toy Story no cuenta). Los chicos seguramente la disfruten, pero antes háganles ver la primera película para evitar preguntas incómodas durante la proyección.