La última película de Baltasar Tokman (I´m mad, Casa Coraggio) que se pudo ver en el último BAFICI, investiga las causas de la existencia del amigo imaginario de los niños. Insondables, si las hay. A partir de la propia experiencia de su pequeña hija, este documental, falso en parte, se adentra muchas veces sin permiso en explicaciones diversas que van desde la neurociencia hasta la elficología (sobre duendes) o la angelología (sobre ángeles) o testimonios sobre contactos con vidas extraterrestres.
Tokman se permite reemplazar al padre de Olivia (o sea él mismo) por un mago, Garrick que irá narrando en over los motivos que lo llevan a investigar sobre el tema, y a buscar, como una última salida, un contacto con ese tercer ojo a través del consumo de una hierba en el norte argentino. La espiritualidad y la magia son un tercer camino argumentativo. En el camino, opiniones de dos mellizas parapsicólogas venezolanas, un estudioso australiano, una niña rusa que se cree venida de otro planeta, (¿son reales?), preguntas y más preguntas a niños que tienen amigos que los adultos nunca veremos. Incluso cuando Garrick busca a su propio amigo de la infancia, el nombrado Myu.
Como en I´m mad, el director se involucra en el mundo de lo irracional, esta vez con mayor contención y menos libertad, en aquella pelicula que nos había gustado tanto.
Sin embargo, demasiado sujeto a un tema poco relevante, el camino que en aquella bifurcaba hacia lugares impensados, aquí se cierra y nunca termina de despegar. Salvo cuando la cámara se libera de esas ataduras logra contactarse con el mejor Tokman, sólo un poco.
En Centro Cultural San Martín.