La nueva película de Tokman vuelve a la exploración personal, en forma de diario, a partir de las experiencias que Garrek, un mago en la vida real (o al menos eso parece, siempre cabe la posibilidad de estar ante un falso protagonista/alter-ego del director) tiene con su propia hija, Olivia, una niña de unos 6, 7 años que tiene una amiga imaginaria. La niña está obsesionada con su amiga al punto tal que lleva al padre (cuyo trabajo como mago sin duda pudo haberla influenciado a la hora de desarrollar su imaginación respecto a lo que está o no está, lo que existe y lo que no) a investigar sobre el tema. Tanto de los amigos imaginarios específicamente como en lo relativo a los recuerdos de la niñez que suelen esfumarse cuando crecemos.
Tokman (o Garrek) combinan esas experiencias personales con entrevistas a diversos especialistas y personas que analizan este tipo de casos. Cada uno tiene su estrategia, su modo de verlo y sus propias conclusiones, desde los psicólogos hasta los religiosos pasando por tarotistas, “duendólogos”, especialistas en fenómenos inexplicables, gurúes new age y hasta una chica rusa que dice comunicarse con extraterrestres. Más allá del dispar interés que generan los distintos entrevistados, la película de Tokman logra meterse en una zona que genera tanta intriga como fascinación como es el de la imaginación de los niños y lo que sucede cuando crecen. Como el cine, como los recuerdos que no sabemos bien de dónde provienen, lo fantasmal de la imaginación de la niñez –que nos puede hacer creer que somos amigos y hablamos con entes que no existen– es un territorio para explorar. Y este filme lo hace con genuina curiosidad.