El nuevo documental de Baltazar Tokman, "Buscando a Myu", es un trabajo tan personal como auténtico de la mano de uno de los documentalistas más originales del cine argentino. ¿Qué podemos hacer cuando vemos a un chico hablando solo como si estuviese hablando con alguien? Nada, dejarlo ser.
Baltazar Tokman abraza el género documental para narrar historias únicas. "Buscando a Myu" es su quinto trabajo, y hasta ahora, ninguno de sus trabajos repite su estética. Sin embargo, si hay algo que los une es la necesidad de encontrar la peculiaridad dentro de las historias tradicionales. Puntos que en manos de otro realizador serían fragmentos que quizás no lograrían captar nuestra atención, en manos de Tokman se vuelven fascinantes.
¿Qué tienen en común un campeón de básquet, un grupo de chicos, un personaje signado por la locura, y una familia de tradición funebrera? Un mismo realizador otorgándoles un estilo tan curioso como atractivo. "Buscando a Myu" guarda alguna relación antojadiza con Planetario. Aquel trabajo en el que Tokman abordaba la maternidad y paternidad con sus variantes alrededor del mundo.
Esta vez, podríamos decir que Baltazar nos habla de su propia paternidad, porque la principal protagonista, o disparador, es su hija; y en un registro casero, al igual que Planetario. Pero ahí culminan las similitudes. A partir de entonces, los caminos son diferentes.
En realidad, tal como sucedía en la maravillosa "Casa Coraggio", "Buscando a Myu" crea un universo ficcional en el que no sabemos cuánto hay de realidad, y cuánto de fantasía; y francamente, no nos importa. Así, Olivia, la hija de Tokman, pasa a ser la hija de Garrik, que en realidad es Emiliano Zuldúa, mago y sociólogo, que descubre que su pequeña habla con Marita ¿Quién es Marita, por qué Garrik no la ve?
Marita es la amiga imaginaria de la niña. Esta simple curiosidad, despierta todo una gama de interrogantes en Garrik/Tokman, que llevarán replantearse la existencia de Myu, su propio amigo imaginario de la infancia.
Esto no es Bogus o Drop Dead Fred, olvídense de las situaciones risueñas con Gerard Depardieu y Rik Mayall. Tokman aborda el trabajo como una investigación, y el destino será impensado. Aquello que comienza como una curiosidad, como un padre contemplando la imaginación de su hija, y viendo cómo encuentra en esa amiga las excusas para tapar sus travesuras, pronto vuelca hacia una investigación profunda desde diferentes campos.
Desde lo sociológico, lo psicológico, lo paranormal, y otras ramas científicas. Por "Buscando a Myu" desfilan todo tipo de personajes, y por más disparatados que parezcan en la premisa, Tokman los trata con el respeto del caso, volviendo verosímil hasta la teoría más incrédula.
De golpe estamos en un abordaje de género, plagado de intrigas y misterios, con un clima que cala y nos transmite cierta inquietud. Tokman demuestra también ser un gran creador de climas.
Con muchas escenas y giros que merecerían una historia y análisis aparte y que hasta nos damos el lujo de no adelantar para que nos tome de sorpresa. Un último volantazo nos llevará hacia el cuestionamiento del propio rol del documentalista, y su manipulación por lograr un objetivo. Si retrotraemos y vemos de dónde partimos, "Buscando a Myu", hace un recorrido increíble.
Tokman parte de lo individual a lo macro, ramifica, y nunca pierde el foco. Construye seres entrañables, atrapantes, y en el medio genera más interrogantes de las que partió ¿Es necesario que las responda todas? No, la idea es que el espectador cree sus opiniones y hasta se permita un merecido debate.
Como toda la filmografía del realizador de" I Am MAD", "Buscando a Myu" tendrá el mote de inclasificable; en un sentido bien entendido, es imposible de encasillar, todo preconcepto parece quedarle chico.
De amigos imaginarios, de ficciones dentro de realidades, de mitos y leyendas, de padres que aman a sus hijas. Finalmente, esta peli se corona como un bellísimo “homenaje” que Baltazar Tokman le brinda a Olivia. El mejor regalo que un padre puede hacerle a una hija, descubrirse a él mismo dentro de ella.