Buscando a Myu

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

La sola idea de que un niño tenga un amigo imaginario detonaría las alarmas de la locura en cualquier padre sensato. Sin embargo, sería de una sensatez mayor tratar de entender el por qué de la existencia de dicha figura en la vida del infante. Esta es la búsqueda que Baltazar Tokman se propone en Buscando a Myu.

¿Hablándole al Aire?

Buscando a Myu cuenta la historia de Garrik, un mago y psicólogo, que descubre que su hija Olivia está hablando sola, aunque ella afirme que en realidad lo está haciendo con Marita, su amiga imaginaria. A partir de aquí la cámara de Tokman seguirá a Garrik en su búsqueda por entender de dónde viene Marita y por cuánto tiempo se quedará.

La película toma el fenómeno de los amigos imaginarios y no busca en ningún momento pasar juicio de ninguna índole. Se toma el tema con toda la seriedad y el tacto requeridos al tratarse de la psiquis de una nena chiquita. La profundidad es abrumadora, ya que no se abarca solamente el fenómeno desde una perspectiva psicológica, sino física y hasta incluso espiritual.

Retomemos esa palabra nuevamente: profundidad. Porque el desarrollo no queda limitado solamente a la hija de Garrik, sino que abarca varios otros testimonios de casos similares, e incluso el mismo sujeto indaga en el amigo imaginario que tuvo alguna vez.

Por un momento, uno pensaría que el documental está apañanado una actitud nada saludable, pero los argumentos son bastante convincentes y los resultados a futuro en la vida de los niños por tener a estos “seres” en sus vidas no son tan funestos, como la premisa hace notar.

Desde el costado técnico tenemos obviamente metraje filmado profesionalmente, pero también es mezclado con metraje tomado por celular que le suma ese ingrediente de intimidad que escapa a cualquier artificialidad posible en la puesta.

Conclusión

Completamente alejada del cliché y con un desprejuicio que conmueve, Buscando a Myu nos invita a adoptar la calma en vez de desesperar. A comprender en vez de juzgar. A valorar la imaginación y no a subestimarla.