Una aventura extraordinaria.
El intento noble de este film es el de presentar el peligro de extinción del huemul (un animal que habita la franja sur de la Cordillera de los Andes) como un símbolo de la pérdida de lo sagrado, en pos de un progreso más material. La resistencia a desaparecer es lo que mueve a Ladislao Orosco, un joven mapuche quien ve el futuro de su pueblo acechado por el avasallante avance del capitalismo salvaje. En este viaje de Ladislao y Nazareno (su mejor amigo) por encontrar al animal autóctono reposa la estrategia simbólica del director para elucubrar las reflexiones sobre un mundo que presiona, mientras se permite -por ejemplo- registrar la inmensidad de una montaña, la cual opera como sublime: pavorosa y deslumbrante a la vez, especialmente cuando vemos a los protagonistas (que no son más que puntos en el cuadro) caminar sobre esos riscos tan peligrosos, no para ellos sino para algún forastero.
En el director Juan Diego Kantor no se explícita esta urgencia de la analogía entre el animal casi desaparecido y el avasallamiento artificial sino que se traza un manto de aventuras, codificado en el carácter expedicionario de Ladislao y Nazareno. También puede leerse como un viaje íntimo a la profundidad de esa relación de amistad entre ambos, que comparten esa resistencia a perder la identidad, a quedar en el anonimato. Esa profundidad parece calar hondo a medida que se adentran en las montañas (que aparentemente conocen a la perfección) mientras el tiempo invisible pasa y la línea del horizonte parece más lejana.