Aparentemente a todos les llega un momento de reivindicación en el mundo del cine porque estamos frente a otro exponente basado en hechos y vidas reales. Suponer que finalmente alguien le dio bolilla al guión de Destin Daniel Cretton, Andrew Lanham y Bryan Stevenson, sobre parte de la vida de éste último, tal vez obedezca a estos tiempos cambiantes. Es "conveniente" ahora, sí; pero antes era más necesario.
Bryan Stevenson (Michael B. Jordan) es un abogado todavía inexperto (e idealista, claro) que decide asumir una suerte de misión al mudarse a una ciudad de Alabama para instalar su estudio, y tratar de apelar sentencias de muerte a convictos negros cuyo proceso ha sido como mínimo insustancial en términos de testigos y presos. El primer caso, asumido hace más de treinta años, es de Walter McMillian (Jamie Foxx) quien, por supuesto, al conocer a Bryan, descree por completo en la posibilidad de que una apelación sea siquiera escuchada porque “estamos en Alabama. Si un jurado dice que sos culpable, sos culpable”.
El relato se centra fundamentalmente en el vínculo entre Bryan y Michael -a medida que se van entrevistando- a la vez que el contexto sobre el cual descansa esta relación es la innumerable cantidad de trabas, amenazas y situaciones irritantes que se van produciendo a lo largo de la nueva investigación judicial,. que además enfrenta el rechazo de la comunidad blanca en general. Todo tipo de trabas atraviesa Bryan junto a su fiel ayudante Eva (Brie Larson, completamente desperdiciada en esta cinta).
Esta premisa, la de la desesperanza frente a las injusticias, es el eje dramático de “Buscando Justicia”. pero viniendo de Estados Unidos tiene un agregado principal que es el de la desigualdad en todo sentido entre negros y blancos. Buena idea. por supuesto, pero el contenido nunca sobrevive si la forma no está a su altura.
Destin Daniel Cretton, director de la no estrenada “Nombre corto, 12” (2013), lejos del compromiso de entonces, propone una narración tradicional, progresiva en términos de la concatenación de hechos, pero cuidando de no tener ningún riesgo, es decir, cumple. Va de un punto al otro sin escalas ni giros. Lo mismo le sucede a su actor protagónico. Michael B Jordan es, por ahora, un actor que cumple. Le enseñaron que para parecer enojado debe fruncir el ceño, y eso es lo que hace. No hay rabia, ni indignación, ni condena en su mirada. Sólo ese gesto adusto, casi sumiso. Contrasta peor cuando está frente Jamie Foxx que parece contenerse para empatar con su compañero. y sin embargo logra darle a su Walter ese volumen dramático que su personaje necesita. Por el lado del argumento, tener a mano los hechos relativamente recientes y contar incluso con material audiovisual fidedigno para construir el guión, no necesariamente le da peso específico. y eso es precisamente de lo que carece este estreno en su texto cinematográfico.
La amabilidad para con la audiencia norteamericana blanca es exasperante, no vaya a ser que algún cuello-rojo del sur o del centro del país se ofenda por las crueldades jurídico-racistas que se cuentan aquí, pero a esta condescendiente tibieza se le agrega lo que ya podría considerarse un cliché molesto: ¿Es necesario que en casi todos los filmes de esta temática, cada vez que una línea de diálogo deja instalada una injusticia contra los negros se haga un travelling vertical hacia arriba y suene una voz góspel rumiando una “U” o una “M”? Quien mejor usó este recurso dramático fue Alan Parker en “Mississippi en llamas” (1988), y hasta lo justificaba poniéndole rostro a esas voces. En fin, “Buscando justicia” se convierte en una apenas correcta película de abogados, cuya temática y compromiso con la misma merece otra clase de riesgos.