Acusado sin justicia, abogados con ética y moral, cuestiones étnicas y el suspenso tradicional de las películas de juicio, en este caso basado todo en una historia real. Todavía Hollywood puede contar esta clase de historias, más allá de la recurrencia al cliché, y que resulten tan atractivas como una ficción. Lo mejor, como siempre en estos casos, son los actores, en una puesta en escena convenientemente anónima.