Sólo música para el fin del mundo
Antes de que se nos termine el 2012, Hollywood nos trae otra nueva película apocalíptica, en este caso enfocada no en los desastres naturales y cataclismos sino en los aspectos más psicológicos y emotivos de las personas, en sus vínculos y su percepción de estos frente al inminente fin.
Si tal perspectiva podría auspiciarnos que se trata de un drama, desde los primeros cinco minutos empezarán a intercalarse situaciones irónicas o chistes como la estampita de Oprah al lado de la de Jesús en un kiosco, la mayoría de estos introducidos de manera un poco forzada dentro del desarrollo de la trama. A este tono humorístico se le agregan también algunos elementos de comedia romántica, a partir de la búsqueda, por parte de Dodge (Steve Carell), de su amada de la adolescencia.
De todos modos, este híbrido de géneros se verá varias veces forzado y, más aún, considerando la extraña dupla de actores que protagoniza el film: Steve Carell y Keira Knightley. El primero, encasillado desde Virgen a los 40 en los papeles de eterno perdedor que se mantiene inmutable ante un mundo y una vida que se burlan de él constantemente. La segunda, en cambio, conocida por sus papeles de lo más variados, aunque algunas veces un poco más dramáticos como en Orgullo y prejuicio o en Expiación. En esta oportunidad, interpretará a una muchacha muy liberal cuyo personaje ya supera la frescura y excentricidad para terminar pareciendo tonta y, en varios momentos, híper cargada de muecas faciales.
Ambos protagonistas, por una de esas forzadas casualidades, se terminarán conociendo y emprenderán juntos un viaje para tratar de cerrar aquellas cosas que les quedaron pendientes en sus breves vidas, a punto de concluir por culpa del meteorito que se dirige hacia la Tierra.
En un contexto de orgías, vandalismos apocalípticos, refugios antibombas y procesiones bucólicas en la playa, se desarrollará esta “road movie” que, obviamente, irá construyendo un vínculo entre sus dos protagonistas, intercalando a esto breves historias de poca importancia y dejando también muchos cabos sueltos dentro del relato principal.
Efectivamente, a pesar del primer intento de dramatismo, tanta ironía o muertes que aparecen bruscamente y pronto pasan inadvertidas, la película terminará perdiendo consistencia en su reflexión sobre cuestiones existenciales y, por momentos, el espectador casi olvidará que estos personajes siguen frente a una situación tan dramática y terrible como el fin del mundo. El guión hará agua en varias partes y los actores protagónicos forman una extraña dupla que, a pesar de todo, terminará involucrando a algún espectador.
Algo bonito para destacar, pero que ya se ha vuelto moda con tanta subcultura hipster, es la elección de la banda sonora y el amor de la protagonista por sus vinilos. Aunque es casi un cliché incluido a la fuerza en el film para hacerlo más “cool”.
A fin de cuentas, se trata de una película más del montón, que en algún momento quizás logre sacarles algunas lágrimas a los más sensibles pero, más allá de esos pocos momentos de clímax narrativo, la película carece de trascendencia y de cierta peculiaridad en su historia que nos den ganas de volver a verla.