Si en 2008 el director francés Pierre Morel, el productor/guionista Luc Besson y un inimaginable héroe de acción encarnado por Liam Neeson tomaron por sorpresa al mundo con la historia de este agente brutal e imparable, cuatro años después no existe asombro alguno con Taken 2, un refrito de la trama original que apenas es sustancial como para entretener durante hora y media sin generar las ganas de pispear el reloj.
¿Hasta qué punto se puede contar un relato que se sienta orgánico y que continúe con buen tino un argumento tan duro y real como una red de prostitución internacional? La respuesta del dúo escritor de Besson y Robert Mark Kamen es una rápida venganza. ¿De quién? Los familiares de aquellos que el ex-agente asesinó despiadadamente con tal de salvar el pellejo de su hija. ¿Cuál es el giro ahora? No es la joven sino el padre y su ex-esposa quienes son secuestrados, mientras la chica sigue las precisas instrucciones del experto para dar con su paradero antes de que ocurra lo peor.
A partir de ahí, una persecución tras otra tendrán lugar en el exótico destino de turno, la antigua Estambul, en donde los malechores se las verán con la furia de la familia Mills. ¿Taken 2 funciona? Si puede ignorar un poco el exacerbado entrenamiento militar del personaje de Neeson (quien no se puede permitir el más mínimo error a la hora de indicar qué hacer a la gente) se puede disfrutar la hora y media de película, que se traduce en caóticas persecuciones, tiros y patadas repartidos en todo sentido.
Incluso en sus mejores momentos, Taken 2 es como mirar un extra de escenas de la primera entrega, y puede llegar a aburrir el modus operandi de los creadores, aunque en la dirección esta vez se encuentra el ascendente director francés Olivier Megaton, quien saltó a la fama con la secuela Transporter 3 y es un protegido de Besson. Liam Neeson está en su salsa y parece disfrutar de ser una máquina de matar; además, cada diálogo suyo transmitido con esa voz tan particular y sugestiva genera un escalofrío en la espalda, más allá de que dichos diálogos rocen lo paupérrimo. Maggie Grace vuelve, esta vez no tan vulnerable y con un peso más proactivo en la trama, y también se le da un gran protagonismo a Famke Janssen, a quien le toca jugar a la secuestrada con la misma habilidad con la que siempre borda a sus personajes. Más allá de eso, apenas vale destacar al villano de turno, el Murad de Rade Serbedzija, quien ligeramente logra transmitir maldad con su padre en búsqueda de una satisfacción sangrienta por la muerte de su hijo.
Hay que entrar a ver Taken 2 con un nivel de emoción menor al de la anterior, porque claramente estamos ante una secuela que poco innova y poco se esfuerza por traer algo fresco a la pantalla. Liam Neeson nuevamente saca adelante una de acción como las de antes, y no mucho más.