Deja ya de buscar
Al veterano Bryan Mills (Liam Neeson) le tienden una emboscada. Alguien quiere que pase por asesino y de paso haga un trabajo sucio sin saberlo. Es obvio que no se dejará atrapar por la policía y en el camino por limpiar su nombre no dejará enemigo por destruir. Porque aunque a Mills se lo vea ya algo viejo y fuera de estado, la magia del cine le permite enfrentar a matones corpulentos decenas de años menores que él y eliminarlos con facilidad.
El agente Dotzler (Forest Whitaker) va tras Mills, no está convencido de que sea responsable de la muerte que le imputan pero tampoco está dispuesto a dejarlo hacer lo que quiera, sin embargo lo único que le queda es ser testigo del caos de sangre y destrucción que el tipo deja como rastro.
La saga luce ya tan cansada como su protagonista, y ciertamente no da para más. Sirva esta última entrega como entretenimiento cargado de escenas tan inverosímiles como el género lo permite. Género donde, por supuesto, los malos tienen las armas más sofisticadas pero también una pésima puntería; en tanto el héroe, con una pistola y un par de balas, puede hacer carambola a tres bandas contra sus enemigos.