Un fugitivo en el ojo de la tormenta
En la tercera entrega el personaje encarnado por Liam Neeson se convierte en el principal sospechoso de la muerte de su esposa, actúa en equipo y es perseguido por el detective jugado con eficacia por Forest Whitaker.
El cine de acción ubica a Liam Neeson como un referente maduro del género después del suceso mundial de Búsqueda implacable -2008-, la película de Pierre Morel que crispó los nervios del espectador a partir de una historia sencilla y efectiva. Luego llegó Búsqueda Implacable 2 -2012-, de Olivier Megaton, que resultó entretenida pero bajó un escalón con respecto a la anterior y con la venganza como principal motor del argumento.
Ahora es el turno de Búsqueda Implacable 3 -con un slogan publicitario que indica que esto termina aquí- que viene de la mano del mismo realizador de la segunda y nuevamente con el guión de Luc Besson y Robert Mark Kamen. En esta oportunidad, el espectador espera ver que le ocurrirá al enérgico Bryan Mills -Neeson- después de las corridas y secuestros sufridos en las otras entregas.
La historia se dispara hacia otros costados para ganar en interés y, para que el andamiaje funcione nuevamente, se apoya en el reordenamiento del ámbito familiar: Mills le compra un oso de peluche a su crecida hija Kim -Maggie Grace-, quien le traerá un secreto; existe la posibilidad de un reencuentro amoroso con su ex esposa Lenore -Famke Janssen- y, como si fuera poco, aparece en escena Stuart -Dougray Scott - la actual pareja de ella.
El tema del falso culpable, al igual que en los filmes de Alfred Hitchcock o en El fugitivo, domina la trama cuando Mills -a quien se lo ve más cansado y con baja de azúcar- se convierte en el principal sospechoso de la muerte de Lenore y se ve obligado a escapar del Inspector Dotzler -Forest Whitaker- y de un ejército de policías. Sólo tiene dos días para demostrar su inocencia en este vertiginoso relato de acción que se desarrolla en su ámbito y con su propio equipo -a diferencia de los dos anteriores- que combina con pericia las escenas de persecuciones en la autopista y los enfrentamientos con enemigos rusos que parecen estar de moda en las últimas producciones del género.
A la forzada escena del ascensor o la vuelta de tuerca final, se suma Forest Whitaker -jugando con su bandita elástica y alerta para seguir los pasos del sospechoso en cuestión- que potencia la pantalla con su sola presencia. En tanto, la acción se pasea cómodamente entre autos veloces, cámaras de seguridad, guardias y una banda de peligrosos villanos armados hasta los dientes. Y Mills está nuevamente en el ojo de la tormenta. ¿Volverá?...