Regresa el agente con más mala suerte después de John McClean y su capacidad para caer en el lugar menos indicado en el momento menos indicado. Hablamos de Bryan Mills, personaje que ya es todo un emblema en el rostro de Liam Neeson con la saga iniciada en 2008.
Veamos, después de que su hija fuese secuestrada por una red de trata de blancas, que él y su entonces esposa Lenore fueran secuestrados por el padre de uno de los mafiosos muerto en la primer entrega ¿qué más le podía pasar? Se retiró de la fuerza y se separó de su mujer, podíamos suponer que lo esperaba una vida de tranquilidad, bueno no.
Durante los primeros veinte minutos de esta tercera entrega vemos que Bryan sigue siendo tan abnegado como siempre a su familia pero desde un lugar más pasivo. Visita a su hija (a la que trata como a una nena y no sabe que está embarazada), juega al golf con sus ex compañeros, y escarcea con su ex mujer que parece no llevarse bien con su actual pareja.
Pero como no estamos en un film sobre los placeres de la vida en la tercera edad, esto dura poco y vemos como le tienden una trampa. Lenore (Famke Janssen, divina como siempre) aparece muerta degollada en la cama de Bryan, y justo él cae en la escena del crimen convocado supuestamente por la propia mujer.
De inmediato se convierte en el sospechoso número uno y se convertirá en el blanco del FBI y los servicios de inteligencia, todo a cargo de Frank Dotzler un agente encarnado por Forest Whitaker. Bryan deberá, huir de la policía, averiguar quién y cómo mató a Lenore, cuidar a su hija de no ser la próxima víctima, y por supuesto, vengarse de todos.
Con menos acción que en las dos entregas anteriores, esta vez el acento vira más hacia una trama de suspenso tradicional en la cual el hombre de familia es traicionado y debe proteger a los suyos.
Así, pese a lo que se podría intuir por la escena previa a los títulos, los villanos (rusos) aquí están mucho más desdibujados, poniendo un mayor acento en los escapes de Bryan fuera de la ley.
El agente encarnado por Withaker también pareciera haber necesitado de una mayor presencia en pantalla para transformarse en una contrafigura o en un co-equiper, lo mismo sucede con Stuart St John, nueva pareja de Lenore encarnado por Dougray Scott, importante para el desarrollo del argumento.
Más cerca de “Desconocido” que de los dos films previos de la saga, pero sin la intriga atrapante del film de Jaume Collet Serra, esta nueva película de Olivier Megaton luce algo deslucida sin por ello dejar de ser lo suficientemente entretenida.
No hace falta aclararlo, si el film se mantiene en un nivel de interés es gracias a la presencia y porte de Neeson. “Búsqueda Implacable” es la saga que le permitió al actor de “La Lista de Schlinder” y “Realmente amor” pegar un giro hacia el héroe de acción de apariencia mundana.
Bryan Mills es él, y le alcanzan unas pocas líneas para despertar una sonrisa en el espectador y hacer de las escenas de acción cada vez más inverosímiles un verdadero deleite. Bryan es tan letal como inmutable pero a su vez es carismático y entrador, es imposible no estar de su lado y creerle todo lo que le pasa.
Con Luc Besson nuevamente como productor y co-guionista, Búsqueda Implacable 3 se basa en repetir la fórmula, intenta nuevos caminos pero confluye en lo mismo, no va a sorprender, no es la mejor de las tres (aunque tiene menos bajada de línea que la primera y es más concreta que la segunda). Es un film pensado para los seguidores de una franquicia, los cuales no saldrán defraudados, más aún cuando se les ofrece la posibilidad de que esto siga y siga; los villanos no entienden la regla básica “no se metan con la familia de Bryan”.