Millones de dólares en las boleterías del mundo hacían previsible una tercera parte, episodio o capitulo, en la vida del ex agente Mills. El afiche insiste con que “todo se termina aquí”, sin embargo nunca hay que confiar demasiado: Cuando uno se quiera acordar le agregan una coma y la frase continúan con “…pero sigue en otro lado”
Anda bien Bryan Mills (Liam Neeson). Bah!. al menos eso es lo que parece. Se lo ve sonriente, bien con la hija, tolerante con el yerno (aunque hay que ver como se pondría si se entera de su futuro como abuelo), incluso Leonor (Famke Janssen), su ex, le pega una visita prometedora disfrazada de excusa para contarle que la relación con su nuevo marido no camina sobre rieles. Así y todo el futuro se ve calmo y promisorio. Pero como en éste género nunca falta alguien que trae pollo asado a la hora del té, aparece Stuart (Dougray Scott), actual esposo de Leonor y, con cara de "perdimos 5 a 0", le pide a Mills que no la vea más, para ver si puede recomponer la cosa.
Como ya van 15 minutos y Mills no se boxeó con nadie todavía, el guionista saca un asesinato de la galera como para inculpar al héroe de algo que no cometió. “Yo no hice esto,” dice al pie de su cama donde yace degollada su ex y, con la rapidez del dólar blue, manda un codazo a los chinchulines de uno de los policías, castañazo a la mandíbula del atento compañero, y a otra cosa. Sabemos que Mills es de romper primero y fijarse qué rompió después, luego no nos sorprenderá ni la manera de averiguar las pistas, ni la del accionar detrás de las mismas. Todo en pos de dar con el responsable de esto y borrar las acusaciones del jefe de policía Dotzler (Forest Whitaker), limpiar su buen nombre y escabechar a cuanto homo sapiens se interponga en su camino.
“Búsqueda implacable 3” tiene nuevamente al grandote de Liam Neeson al frente de una fórmula efectiva en función de no pretender ser más que una de tiros, pero que va perdiendo por abuso de repetición la chispa que llevó a la franquicia a ser la sorpresa en su momento. Tal vez por esto del secuestro que se erigía como una suerte de temática estacionaria, sumada a la resolución directa del asunto, “Búsqueda implacable” (2008) fue un gran éxito de taquilla en todos lados pero, como dice el propio Neeson al hablar de esta última entrega:“No seamos ingenuos, ¿Cuántas veces te pueden secuestrar?”.
Aun sabiendo el espectador el tipo de producto que va a ver, la tercera parte adolece del poder de síntesis y se vuelve larga pese a su notable factura técnica, con lo cual tenemos una película que no decae en el vértigo de las acciones, pero redunda volviéndose inevitablemente previsible.
Acción hay un montón, y bien filmada, más no siempre está justificada.