Crímenes y castigos
El éxito de esta saga es uno de los asuntos más extraños del cine industrial reciente. Más allá del fascismo que desprende su propuesta -algo que parece ser bienvenido por una parte importante de la platea mundial-, lo curioso es que como film de acción luce bastante regular, con escenas mal filmadas, rutinarias, poco creativas y de un escaso aprovechamiento del suspenso y la emoción. Y esta tercera entrega no escapa a la norma, aunque sí tal vez se agradece una reducción en su mirada reaccionaria (aunque hay un regreso a la tortura), más allá de que no pueda escapar del todo a su lógica primermundista: arbitrariamente aparecen unos rusos malos que serán masacrados -como debe ser- por el ex agente que interpreta Liam Neeson. Llama la atención desde siempre la celebración que hace Búsqueda implacable del héroe solitario e individualista, que no recurre a las instituciones (que de hecho él mismo integró) y decide tomar justicia por mano propia cargándose a cientos de villanos, preferentemente de Europa del Este. Entre esas torpezas ideológicas y narrativas naufraga esta Búsqueda implacable 3.
El ¿film? de Olivier Megaton (que supo ser más plástico en El transportador 3) plantea algunas novedades en el marco de esta saga, como por ejemplo que esta vez el ex agente Mills (Neeson) es involucrado por un crimen que no cometió -a lo Richard Kimble en El fugitivo- y debe huir perseguido por las fuerzas de la ley, mientras trata de descubrir cuál es la conspiración a su alrededor. Es, al menos, un cambio estructural que enrarece un poco el panorama. Así, Búsqueda implacable 3 se pone a jugar más al thriller de misterio que a la película de acción, aunque con el mismo nivel de arbitrariedad y recurriendo a las viejas mañas reaccionarias: nótese cómo Mills nunca mata a los policías que lo persiguen -aunque los golpea un poco- y sí a los rusitos que mencionamos anteriormente, cuando tanto unos como los otros lo buscan para boletearlo.
Una de las mayores atrocidades de esta saga es la escasa importancia que se le da al factor humano: son narraciones mecánicas, con villanos invisibles que sólo están para caer bajo las balas de Mills, y además tampoco importa demasiado el destino del héroe porque raramente sale lastimado. La violencia es tan constante y a la vez tan escasa de sangre (otro detalle no menor), que desaparece el riesgo y todo queda en una virtualidad banalizante. Sin embargo, no inocentemente, la franquicia insiste con poner el drama familiar como centro, lo que invoca cuestiones como la justificación de la violencia ante la agresión a la familia como un concepto occidental básico. La familia es, también, la Nación, y está sostenida por valores que no deben ser corrompidos por agentes externos.
Decíamos de la falta de presencia del factor humano. Ahí, una curiosidad, que se da de narices con la idea que persigue el film: digamos que un personaje clave de la saga muere en el comienzo y uno debería pensar que la película se toma un momento para reflexionar o “despedir” a ese personaje. Y sin embargo nada de esto pasa, básicamente porque Megaton está más apurado en contar la fuga y acumular piñas y balas, que en hacer pie en el drama. Ese desprecio a la vida de uno de sus personajes fundamentales es un elemento preciso que resalta el nivel de brutalidad que manejan estas producciones.
Podríamos decir que, al fin de cuentas, no podemos impugnar una película por su ideología. Tal vez. El problema con Búsqueda implacable 3 es que tampoco funciona como entretenimiento, ni acumula imágenes espectaculares. Y otro asunto: Stallone y Schwarzenegger nos dieron a entender con Los indestructibles que aquellas películas de los 80’s sólo son posibles hoy con una alta dosis de autoconsciencia. Búsqueda implacable 3 no sólo no la tiene, sino que está convencida de alimentar esa nostalgia con solemnidad y cero sentido del humor. Su único legado interesante ha sido la construcción de Liam Neeson como héroe de acción veterano, pero que ha lucido más en propuestas como Desconocido o Non-Stop que en esta aburridísima serie de crímenes y castigos.