La tercera será la vencida
A esta altura de la franquicia y sumándonos al coro de críticas sobre las inverosímiles aventuras de este pobre personaje creado por el poco creativo Luc Besson, Liam Neeson vuelve a subirse a la montaña rusa de complicaciones y se enfrenta nada menos que a los rusos, esta vez en reemplazo de los malvados albaneses para dar cabida a otro exabrupto mal dirigido en Búsqueda implacable 3.
El falso culpable, elemento trillado si los hay, es el detonante de esta trama en la que el ex CIA encuentra en su domicilio a su ex mujer (Famke Janssen) asesinada cuando la policía cae de sopetón y lo atrapa –por unos segundos claro- con las manos en la masa.
A partir de ahí, el derrotero y la pirotecnia absurda que en coreografías mal resueltas le suman persecuciones con montajes vertiginosos para tapar la falta de pericia de Olivier Megaton; un plan macabro que lo involucra y lo conecta directamente con la mafia rusa hacen las delicias para fanáticos de estos thrillers sin cerebro que solamente entretienen por el ritmo pero que hacen agua desde el guión por donde se lo mire.
Decir que el argumento de El fugitivo (1993) es más que sospechoso en esta tercera parte, como si fuese una copia al carbónico pero en lugar de Harrison Ford lo pusieron a Liam Neeson, sería demasiado sutil en este caso porque particularmente el justificativo de aquella trama del film dirigido por Andrew Davis, protagonizada por Harrison Ford, era establecer un antagonismo con el personaje de Tommy Lee Jones en esa dialéctica de caza que abunda durante todo el metraje. En el caso particular de este tercer acto no hay correspondencia entre Neeson y el policía detective interpretado por Forest Whitaker, cuyo personaje queda completamente desdibujado frente al mareo visual de la propuesta.
Superados esos detalles no menores tratándose de un thriller, la película fluye si es que el espectador no se toma demasiado en serio lo que está viendo.