Caballo de guerra

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

VOLVER A CASA

"La vida es una travesía rumbo a casa", dijo Melville. Y Spielberg revive esa alegoría en este filme vistoso, colorido, repleto de aventuras, una película que habla de la nobleza y que pone en el centro a una caballo, ejemplo de tenacidad, lealtad, un caballo único, que atraviesa todo, la guerra la paz, los campos, las trincheras y que hasta logra, en plena guerra, un intervalo de paz entre dos soldados enemigos. Volver a casa es lo que ansía ese muchacho que lo crió y ese caballo. Y no solo ellos: un personaje pone como ejemplo a las palomas mensajeras, que vuelan por encima de todo para poder llegar a casa. Y que no miran abajo para que nada las turbe. De todo esto, del aprender a pasar por encima del horror (guerra, humillaciones, pobreza, abusos) habla este filme, que registra muchos sufrimientos y muchos personajes nobles, un filme que trota sobre la sangre, la piedad, el atropello, la dignidad y la esperanza. Un cine de sentimientos primarios y hechura clásica, que no elude ni golpes demagógicos ni sentimentalismos, pero que le deja a Spielberg sacar otra vez de la galera sus inspirados recursos: belleza visual, intensidad, ritmo, destreza narrativa, personajes bien tallados, historia conmovedora.

Spielberg y su caballo nos invitan a volver a casa. Y nos dejan su receta: hay que volar y volar hasta llegar a la inocencia, sin mirar abajo (ni atrás). (**** MUY BUENA)