Ese placer cinematográfico
Steven Spielberg tiene el talento necesario para hacer este filme emocionante.
Hay que tener el talento de Steven Spielberg para hacer –y bien- una película como Caballo de guerra . Es que la sensibilidad de director de E.T.
para narrar de forma épica, clásica y sin escaparle a las emociones es la mejor (¿la única?) manera de acercarse a esta historia que parece venir de otros tiempos, la leyenda del caballo valiente, su joven dueño que lo pierde y las peripecias de ambos durante la Primera Guerra Mundial.
De entrada, con esos planos majestuosos de los campos ingleses. Con el nacimiento del caballo (se llama Joey) y la mirada del adolescente que lo ve crecer. Con la educación, casi compartida, de ambos. Y con el arribo del mundo real: pobreza, alcoholismo, crisis económica y la guerra que separará al muchacho de su animal. Todo esto suena muy “chapado a la antigua” y lo es. Y Spielberg no teme contarlo así, como un cuento de los que se cuentan a los niños antes de ir a dormir. Y si bien no es una película infantil (sería una clásica película “para toda la familia”), Caballo...
apuesta a las emociones directas, a la sinceridad, a bajar la guardia y a dejarse llevar por la aventura y las emociones.
Cuando la guerra comienza, el filme sigue a Joey en sus peripecias. Desde la despedida, a su llegada a Francia, y de ahí hacia donde el destino lo lleva (de dueño a dueño, de batalla a batalla), mientras Spielberg muestra la guerra de manera épica y con planos que, como en El imperio del sol , juegan con el punto de vista de un adolescente o, si se quiere, hasta del propio caballo, que observa todo y hasta parece ser lo único que entiende lo insensato de las masacres que se cometen.
Esa capacidad de Spielberg para dotar de humanidad a animales, robots y criaturas y hasta objetos de todo tipo (camiones, tiburones, dinosaurios y siguen las firmas) está más que a la vista en Caballo de guerra , película que resume muchos de sus temas, y que tal vez sea un retorno -¿y despedida?- a un cine suyo que hasta él dejó de hacer en los ‘90. Comparada con las escenas bélicas de Rescatando al soldado Ryan , las de Caballo...
parecen las de un Spielberg más inocente, aunque es sólo una estrategia narrativa, un modo de contar.
Las citas al cine clásico de Hollywood están ahí, y es obvio que lo primero que salta a la vista es el cine de John Ford, y películas como Qué verde era mi valle o El hombre quieto , así como tantísimas películas bélicas o retratos de la vida rural hechas de los años ’30 a los ’50, o esas novelas adolescentes de tapas amarillas que han quedado guardadas en algún armario.
Caballo de guerra es un regreso a esos tiempos y, entregarse a ese placer cinematográfico, es uno de los grandes regalos que uno, como espectador, puede hacerse hoy.