Caballo de guerra es una de las mejores novelas que se escribieron sobre estos animales junto con la saga de “El corcel negro”, de Walter Farley y el súper clásico “Azabache” de Anne Sewell.
Lo loco es que esta historia que el escritor Michael Morpurgo publicó en 1982 recién ahora logró trascender a nivel internacional gracias a esta película.
El libro recibió premios en su momento y tenía cierto reconocimiento en Inglaterra pero era imposible de conseguir hasta no hace mucho tiempo.
En el 2007 la historia fue adaptada para el teatro en Londres y gracias a que un productor de esta producción asistió a una función fue que surgió la idea de la película.
Caballo de guerra es uno de los mejores trabajos de Steven Spielberg realizados en estos últimos años que trae al recuerdo los grandes filmes familiares que hizo en el pasado.
La historia original básicamente es una historia para chicos que retrataba historias de la Primera Guerra Mundial desde los ojos de un caballo.
Spielberg trasladó el concepto de la trama a la perfección con una perfecta y detallada reconstrucción de ese conflicto.
El film no tiene la crudeza y violencia gráfica de Rescatando al soldado Ryan, sobre todo porque es un film que apunta a un target más familiar, pero el drama de la guerra es trabajado con mucho realismo.
El argumento de este film tiene una estructura idéntica a Azabache donde el caballo funciona como un nexo de conexión de distintas historias a medida que vemos su experiencia en la guerra.
Tal vez la diferencia más notable con el clásico de Anne Sewell es que el caballo Joey film pese a todas las situaciones de peligro que enfrenta siempre tiene la suerte de encontrar a un ser humano compasivo que se apiada de él, algo que no ocurría con Azabache.
Spielberg tomó una historia sumamente sentimentalista, cuyo núcleo central en realidad no es la guerra, sino la relación del protagonista con su caballo, y la convirtió en una tremenda película épica que nos trae al recuerdo ese cine clásico de aventuras y dramas que hoy no encontramos con frecuencia en la cartelera.
Esta cuestión es un aspecto interesante de film ya que desde sus aspectos más técnicos se puede percibir un marcado tributo a los viejos clásicos de Hollywood.
Un ejemplo de ello es la espectacular fotografía de Janusz Kaminski que parece evocar el trabajo de Ernest Haller en Lo que el viento se llevó y el modo en que Spielberg aborda el retrato de los paisajes rurales y los campos de batalla que remite claramente al cine de John Ford.
Salvo que seas un zombie o un crítico de cine depresivo esta es una gran historia emotiva para disfrutar.