Steven Spielberg ataca de nuevo con una historia extremadamente larga y sensiblera, de esas que tanto le gustan a él, pero que tiene varios puntos a favor para que no todo el lastre caiga por la borda almibarada de la película.
Curiosamente, durante todo el metraje de War Horse seguimos los pasos de un caballo indómito, Joey, y su vida a través de sus peripecias en un pequeño pueblo de Inglaterra, antes y durante la Primera Guerra Mundial. Es un punto de vista sumamente extraño, en el que los personajes humanos quedan relegados a un segundo plano y la historia va transcurriendo poco a poco a medida que este transita los peligrosos escenarios de una batalla virulenta. Si bien Spielberg elige contar el combate desde un costado más seguro a su violentamente real Saving Private Ryan, ya que el objetivo acá apunta a un ambiente más comercial y familiero, War Horse es una épica un tanto lenta, que no tiene los chispazos de aventura a los que nos tiene acostumbrados el director, momentos que sí pudimos disfrutar con la brillante The Adventures of Tintin.
Quizás es el hecho de que las diferentes historias que se entrelazan van trabando un poco el relato y se hace cansino en ciertos pasajes, pero artísticamente el film es impecable: escenarios que quitan el aliento, una producción puntillosa y cuidada, unas escenas de guerra perfectas y preciosas (la del caballo galopando por las trincheras de noche es uno de sus picos máximos) y, por supuesto, una banda de sonido sublime, a cargo del imperecedero John Williams.
El multitudinario elenco de esta historia casi coral tiene a muchas promesas jóvenes del cine, como Tom Hiddleston (Thor, The Avengers y Midnight in Paris), Benedict Cumberbatch (la aclamada serie Sherlock) y David Kross (The Reader), a los que se les suman los debutantes Jeremy Irvine como el dueño del caballo y una bonita y simpática Celine Buckens. No debemos olvidar, por supuesto, a otros grandes del cine como Emily Watson y David Thewlis, quienes siempre brindan personajes secundarios de calidad. Y aunque el elenco sea eximio, hay algo en War Horse que desentona, y son esas ganas terribles de agradar a todo el mundo, de generar lástima y, desde luego, sacar cuantas lágrimas sea posible para llegar a los tan ansiados galardones. No es culpa de los escritores Lee Hall (Billy Elliot) y Richard Curtis (Four Weddings and a Funeral, Nothing Hill, Love, Actually) porque lograron un trabajo excelente en su guión, pero la penuria que destila la película es exacerbada, incluso cuando estamos ante un Spielberg a puro despliegue visual.
War Horse es otra gran película de este realizador, quien sigue impertérrito en cuanto a cine de calidad se precie; una lástima que empuje demasiado para gustarle al público con una historia correcta, pero por demás empalagosa al extremo.