A pesar de haber estado nominada a Mejor Drama este año en los Globo de Oro, premio que no sé porqué me inspira un tanto más de respeto que los de la Academia, War Horse es una película de la que no tenía altas expectativas. Es que sepan disculpar mi mediocridad cinéfila si comento que toda película que tenga un animal como protagonista me resulta un tanto pesada salvo, claro, que esté extraordinariamente hecha, que tenga un guión firme o que por lo menos sea realmente entretenida. Y a pesar de que muchos vean últimamente en Steven Spielberg un director demasiado quedado en lo clasicista no puedo negar que siempre lo defendí como alguien que sabe muy bien cómo contar una historia por más tópica que fuere y que es innegable cuánto conoce su oficio.
Sin embargo, este caballo de guerra es una historia que destaca sobretodo por la extraordinaria fotografía, aplausos para Janusz Kaminski en este sentido, pero que sin ánimos de entrar en disputas me atrevería a decir que es la más floja que ha hecho este director oriundo de Ohio.
Si uno ha visto al menos unas cinco o seis de sus películas, sabe qué elementos son infaltables en las historias de Spieldberg: niños protagonistas, animales o extraterrestres,escenas de confraternidad, primeros planos emotivos, la famosa ‘mirada’ Spieldberg, etc. Pues es en War Horse donde no sólo se repiten estos elementos sino que además se dan con un estilo narrativo bastante manipulador. Más allá de tratarse de una adaptación de la novela infantil de Michael Morpurgo, posteriormente llevada al teatro en una pieza recreada con marionetas, el guión es un verdadero catálogo que enlista escenas hechas para que el espectador tenga que soltar las lágrimas.
Pero este no es un factor que arruine la película enteramente, es algo que muchos le han estado achacando al director en varias de sus últimas entregas, recursos que después de todo dependerá de cada espectador que resulten o fastidien. El problema real surge de la propia historia en que siendo básicamente, o al menos eso nos prometían, la amistad entre un muchacho y su caballo, la proliferación de otros personajes que se meten en la historia como ‘posibles dueños’ también y la relación ulterior que mantienen con el animal provoca que la historia se parta, se diluya y se vuelva a rearmar hacia el final.
El guión carece de solidez desde que se intenta contar un recorrido ineficazmente lineal desde el nacimiento del caballo, su relación con su dueño, su posterior participación en la guerra y el reencuentro de una manera totalmente dispersa que impide que el espectador logre identificar con Albert (Jeremy Irvine) o con Joey.
War Horse es una película que pretende ser varias películas donde finalmente entonces podemos obtener un recorte de varias de las historias de Spieldberg en una sola, con sus consabidos buenos y malos, sus felicidades e infortunios, pero sin la posibilidad al menos de defenderla como un auto homenaje. Así, el reparto de esta cinta con nombres tan elocuentes como el de Emily Watson o Peter Mullan, aquí los padres de Albert, se destiñen por completo aun cuando hacen inmensos esfuerzos por no quedar por debajo de lo que siempre saben ofrecer. Más que personajes terminan todos siendo estereotipos. Y si la gran lucidez del director fue siempre encontrar un niño o muchacho revelación para contar sus historias, es evidente lo mucho que lamentablemente le falta a Irvine para entrar en la lista de grandes pequeños actores con los que Spieldberg nos ha sabido emocionar aun cuando sus carreras posteriores se hubiesen diluido en el tiempo.
Pero ¿podría culpársele al joven Irvine de mal actor?, ciertamente no. El problema, insisto, es justamente el poco espacio que la historia da a un personaje que teóricamente es el centro junto al caballo en cuestión. No me atrevo a dar ejemplos detallados de los incontables baches que me hacen asegurar esta falencia por no arruinar con spoilers la trama, pero para que se den una idea si era poco un muchacho en los tópicos Spieldbergianos (si cabe un término semejante) en War Horse terminamos teniendo un total de cuatro de ellos, cada uno como intermitente dueño de turno del sufrido Joey con su correspondiente historia. Así, el espectador se queda con ganas de varias de las historias que se truncan en pos del final, predecible por otra parte y un tanto abrupto, en las ya por entonces extensivas dos horas y cuarto que dura el film.
A cara de los próximos premios de la Academia es indudable que la mayor apuesta de Steven Spieldberg fue justamente realizar una película de las llamadas ‘oscarizables’; no puede negarse que tiene todo lo que la Academia adora en un film de estas características y es más que probable que se haga con una estatuilla a mejor fotografía o banda de sonido, pero sería verdaderamente triste que derrotara como mejor films a otras un tanto más sencillas pero mucho mejor contadas.
Así y todo, a no desmoralizarse si aun no la vieron. War Horse no deja de ser una muy buena opción familiar pues aunque se toque el tema de la guerra, esta no está vista desde los ojos más crueles o a través de los golpes más bajos. Es un film que a los más jóvenes puede gustar y que ya por su apartado visual bien vale un visionado en pantalla grande.