Un complicado pero promisorio debut
Cabeza de pescado, ópera prima de July Massaccesi
La incomprensión, la vaciedad matrimonial de los días sin diálogos ni alegrías y la necesidad de tomar nuevos rumbos son los elementos que sufre cotidianamente Calvino, un taxidermista que trabaja en el Museo de Ciencias Naturales y restaura piezas para un centro de exposiciones. Su hijo, de 12 años, afectado por un extraño virus que lo convierte casi en un monstruo, está permanentemente solo en una habitación de la casa del matrimonio de Calvino y su esposa, Stella, que está al borde de la locura.
Todo transcurre de manera anodina hasta que un día Calvino conoce a Rosie, una bella y angelical mujer golpeada por su marido. Entre ambos comienza a nacer un sentimiento de amor y compasión. Pero Stella descubre la infidelidad de su marido y comprueba que éste ha dado por dinero al hijo.
July Massaccesi debuta en el largometraje con este film interesante. Rodado en blanco y negro, el relato va ganando en interés a medida que sus protagonistas, como náufragos de un buque hundido, tratan de salvar lo poco que les queda.
El elenco acompañó acertadamente esta propuesta bastante inusual en la cinematografía local. Martín Pavlovsky compone con sobriedad a ese hombre necesitado de cariño y preso de sus contingencias, en tanto que Ingrid Pellicori vuelve a demostrar sus excelentes condiciones interpretativas en la piel de esa Stella torturada por la necesidad de salvar a su hijo. Laura Nevole no desentona como esa Rosie sedienta de comprensión, en tanto que una cámara manejada con indudable calidad en sus encuadres permite descubrir a una nueva y promisoria directora.