Otro traspié en la errática carrera de Nicolas Cage
Tras ganar el Oscar en 1996 por Adiós a Las Vegas y coquetear con “autores” indies como Spike Jonze en El ladrón de orquídeas, Nicolas Cage construyó una errática, desconcertante carrera, en su mayoría ligada películas de aventuras familiares o como héroe de acción. En muchos casos, como en la reciente Infierno al volante 3D, al menos logró imprimirle a un film bastante flojo una veta humorística, refrescante, propia del cine de clase B, que redimía en parte los lugares comunes y carencias de la propuesta.
Pero ahora llega Cacería de brujas, una película tan o más mediocre que la apuntada Infierno al volante 3D, también construida en base a fórmulas y clisés, sin vuelo artístico ni visual, y -para colmo de males- solemne, sin una mínima pizca de ironía ni sentido del humor.
¿Qué es Cacería de brujas? Una suerte de road-movie en pleno siglo XIV con dos caballeros renegados (Cage y el gran Ron Perlman), desertores de las Cruzadas, que deben conducir -acompañados por un monje, un adolescente y un estafador- a una joven sospechosa de ser bruja (y de haber diseminado una plaga mortal) hasta una ciudad
Parlamentos imposibles (y que encima suenan como en pleno siglo XXI), personajes estereotipados, situaciones ya vistas en decenas de películas, efectos visuales que no sorprenden, un look que no tiene una sola imagen distintiva y actuaciones anodinas hacen de este producto dirigido con piloto automático por Dominic Sena (Kalifornia, 60 segundos, Swordfish, acceso autorizado, Terror en la Antártida) un film insostenible e indefendible.