Cacería de brujas parece una copia de cientos de otros productos con temática similar. No acierta en la épica de las batallas, ni cuando intenta disfrazarse de western y mostrar al grupo de hombres enfrentados a todo tipo de naturalezas.
Veamos, Cacería de brujas no es peor que, por ejemplo, El vidente. Sin embargo, el nivel de los proyectos que ha venido eligiendo Nicolas Cage en la última década -sobre todo- es tan pobre, que cada nueva película habilita que la crítica salga a decir que se trata de la peor película de la historia. Y aclaro, para que no haya malentendidos, que este film es tan malo que Dominc Sena ha inventado un nuevo género con él: las aventuras inmóviles. Una serie de sucesos más o menos fantásticos resueltos con parrafadas entre solemnes y ridículas, y mucha pereza narrativa, con un final de los más absurdos que se recuerden, que incluye monjes zombies apestados moviéndose de manera hiperquinética.
A lo que voy es que Cacería de brujas tampoco es la peste, y que vista con un poco de bonhomía es hasta involuntariamente simpática. Claro que la historia de estos dos cruzados (Nicolas Cage y Ron Perlman) obligados a transportar a una joven acusada de brujería en tiempos medievales, es pobre. Sena, que en Swordfish había logrado imprimir cierto insano delirio en algunas escenas de acción, aquí no pega una y su film parece una copia de cientos de otros productos con temática similar. No acierta en la épica de las batallas, ni cuando intenta disfrazarse de western y mostrar al grupo de hombres enfrentados a todo tipo de naturalezas.
Mucho menos acierta con el horror -salvo la primera secuencia-, que parece hecho con las sobras de alguna otra película fantástica; y ni qué decir de su crítica a la institución religiosa, totalmente oportunista y contada desde el hoy, sin lograr comprender a sus personajes desde el tiempo en el que se narra: sencillamente es poco creíble la crisis existencial de estos guerreros, al menos en la forma en que queda expuesta en el film.
¿Y la simpatía?, entonces. Bueno, Cage luce nuevamente aquí un peinado extraño y, además, está más gordo de cara. Su aspecto es lo contrario del héroe que uno espera. Desde ese instante, cualquier atisbo de seriedad queda inhabilitado por la presencia de un tipo que parece salido de una fiesta de disfraces. Sobre el final, Ron Perlman pelea con un monstruo horrendo e intenta deshacerse de él a cabezazos. Lo divertido de todo esto es que Sena lo filma sin humor, se toma en serio el cuento; uno inverosímil, ideológicamente confuso, tan plagado de lugares comunes, que por la edición y la música uno puede preveer cuando esté por venir algún sobresalto. Apenas la joven Claire Foy, por el misterio que le otorga a su personaje, sale airosa de este bochorno.
La torpeza evidenciada es comparable al fútbol. El film se parece a uno de esos equipos que no tienen nada y que a uno le da vergüenza ganarles por goleada. En este caso, quien escribe siente algo de pena por Cacería de brujas y no puede ni siquiera destrozarla. Tomá Sena, te pongo un cuatro y me quedo en el fondo esperando a ver si se te cae alguna idea.