Dominic Sena (el mismo director de Kalifornia y 60 segundos), nos trae en esta ocasión Cacería de Brujas, una película de clan de los pastiches, que sin embargo logra salir bastante indemne pese al entrecruce temático y genérico que nos propone.
Entre templarios, códices, curas, pestes, brujas y demonios, se desarrolla esta historia protagonizada por Nicolas Cage - no el de Adiós a las Vegas, Con Air o Cara a Cara, de ese no se ha vuelto a saber nada desde hace mucho tiempo, sino más bien el de El Hombre del Tiempo o El Aprendiz de Brujo, aunque menos aparatosamente fingido- y un acertado Ron Perlman, que aporta la cuota de humor que muchas veces a este tipo de películas fantásticas les suele faltar.
Dos caballeros, de la orden de los templarios, deben llevar a una joven acusada de bruja maligna (responsable de la peste que azota la región) a una abadía donde un grupo de monjes juzgarán si es culpable o no. El problema surge a lo largo del viaje, cuando se presentan situaciones inexplicables, que ponen constantemente en tela de juicio los valores religiosos de los protagonistas.
A favor. CDB tiene un muy buen ritmo narrativo, no hay por parte de su director un afán desaforado por alargar la historia; además tiene un buen manejo del suspenso. Quizá el ejemplo más claro de esto se vea en la secuencia del puente desvencijado que en un momento los personajes deben cruzar, y principalmente frente a la duda constante sobre si la joven es en verdad una bruja o una pobre víctima más señalada como malvada hechicera cuando no lo es.
Otra cosa que me importa señalar, es que no hay tampoco abuso de efectos especiales, Sena los va dosificando y recién en las secuencias finales aparecen con todas las ganas (igualmente adelanto que no son de lo mejor que uno podría esperar).
Como comentaba antes, resultó una buena dupla la de Cage-Perlman. Es que CDB cuenta con un reparto que ayuda bastante a que los personajes resulten atractivos, a la vez que consigue que nos retrotraigamos a otras películas que versan también sobre Inquisición, pestes y templarios. Es el caso de Ulrich Thomsen que trabajara en El Reino de los Cielos de Ridley Scott o el mismo Ron Perlman en El Nombre de la Rosa de Jean- Jacques Annaud personificando al ya inolvidable Salvatore.
En contra. Una de las cosas más molestas de la película, es la música. De estilo gregoriano, es usada hasta el hartazgo y de forma grandilocuente, en primer plano sonoro intentando darle a las imágenes un cariz de profundidad y solemnidad que la historia en sí, en ningún momento requiere.
CDB cae también es esa tonta tendencia de las últimas películas de terror, ciencia ficción y fantasía, de usar en el final, el recurso de una voz off reflexiva y aleccionadora, que insita al espectador a la toma de conciencia y cavilación de verdades ocultas o absolutas (u ocultas y absolutas) que uno no termina de saber a cuento de qué es que vienen.
Los efectos especiales no están mal, pero no le brindan ninguna entidad visual particular al film. Y por otro lado, algunas elecciones (como la de la personificación del diablo) parecerían estar más acorde para otro tipo de producto audiovisual, que para una historia de templarios y brujas.
Aunque la trama no sobresale por su creatividad, propone algunos puntitos de giro que le suman atractivo. Pero a lo que a diálogos y devenir de los personajes se refiere, hace bastante agua. Una vez presentados cada uno de los protagonistas, sabemos de una que actitudes asumirán y cual será su posible final. Casi que no hay lugar para arriesgar segundas opciones. Las criticas a la Iglesia y al propio Dios, son frases de cajón, escuchadas y leídas por los siglos de los siglos…