Dejalos morir adentro
Allí por la década del setenta dos jóvenes amigos se embarcaban en la filmación de un corto con la finalidad de obtener financiación para la realización de su primer film: el corto se llamaba Within the Woods y los amigos no eran otros que Sam Reimi y Bruce Campbell. Juntos lograron dar forma a un estilo de terror para nada circunspecto, autoconsciente de los lugares comunes del género y sumamente divertido.
La inteligencia de Sam Raimi y el reconocimiento de ciertas limitaciones técnicas más ligadas al presupuesto que a la falta de ideas le valió la aceptación de un público ávido de nuevos aires que renovaran al género. Vientos menos solemnes que abrazaban la concepción del cine como entretenimiento de masas, como deleite y placer culposo, empezaban a instalarse.
Muchos años después otros jóvenes amigos vuelven a embarcarse en la aventura cinematográfica de evadir los actuales vicios del género de terror: exceso de CGI, el ya absurdo recurso del found footage eterno o una violencia casi intangible de tan artificiosamente planteada. Los encargados de llevar adelante esta misión de rescate del género no son otros que Adam Wingard y Simon Barrett, director y guionista de Cacería Macabra (You are next en su idioma original) que se presentará este jueves en la cartelera argentina.
Al igual que Raimi con su opera prima, Adam Wingard tuvo que reconocer su acotado presupuesto (menos de un millón de dólares) y con ingenio trabajar ese obstáculo económico tornándolo en un elemento distintivo y competitivo ¿Y qué mejor entonces para hacerlo que retomar la estética de los films de terror de la década del sententa u ochenta?
El film se centra en la historia de un grupo familiar surcado por internas irresueltas que se da encuentro en la mansión familiar para festejar el aniversario de bodas de los anfitriones. Allí, padres e hijos tratarán de tener una apacible velada que se verá empañada primero por ciertas rencillas familiares y luego por el ataque de un grupo de misteriosos hombres ataviados con máscaras de animales. Así, la seguridad burguesa se verá violentamente amenazada y el aislamiento se convertirá en la constante más peligrosa.
Una certera flecha abate a uno de los comensales y el descontrol doméstico se sienta a la mesa, presidiéndola. A partir de entonces el manejo de los climas, la excelente banda de sonido (que recuerda notablemente a las utilizadas en los films de Carpenter) junto con sutiles toques de humor, servirán para transmitir en el espectador el desconcierto que puede devenir de la presencia de un grupo de alienados mentales disfrazados de animales y con una puntería inmejorable (inteligente giro para evadir los costos de otra arma más sofisticada encargada de la masacre) .
Se instala en el relato una de las ideas más perturbadoras: la extrañeza en el propio hogar, la encarnación misma del temor más primario de no sentir en el propio entorno la seguridad física mínima.
Wingard, quien se reconoce como un consumidor confeso del cine de terror italiano, toma mucho de la estética del Giallo y deja de lado el artificio digital para entregarnos una excelente historia de terror que no podría funcionar como lo hace de no ser por la presencia femenina de una heroína inesperada. Sharni Vinson es entonces una de las claves del éxito de este relato. Una actriz sin experiencia en el género de terror será la encargada de organizar a los sobrevivientes para iniciar una inusitada resistencia a los atacantes desconocidos.
Cacería macabra es entretenimiento puro, sin pretensiones, que se reconoce como un producto por y para las masas ávidas de terror del bueno. Como tal ofrece al público lo que espera, con inteligencia y rescatando aquel espíritu de cine artesanal que nutriera las bases de los films de Carpenter , Raimi o incluso de Craven.