El trabajo de un documentalista, más allá de la mera apreciación cinematográfica, muchas veces tiene que ver con las causas que retrata, y el grado de compromiso que conllevan.
Alejandra Perdomo pertenece a esta rama, brinda sus documentales como una denuncia certera, utilizando la cámara como un medio para que se escuchen las voces acalladas.
Luego de dos trabajos más que dignos como Rompiendo Muros (sobre Radio La Colifata perteneciente los internos del Borda) y Nacidos Vivos (sobre diferentes casos de apropiaciones ilegales de bebés); lejos de amedrentarse, se introduce dentro de una problemática tan actual como dolorosa, como lo es la violencia de género.
Cada 30 horas ocurre un femicidio en Argentiina, Cada 30 Horas es el título de este documental.
De estructura sencilla per potente, Perdomo se propone reunir una serie de testimonios en un amplio abanico que van de víctimas sobrevivientes, familiares, periodistas, y distintos especialistas, que intentan enmarcar estos terribles hechos, los por qué, y narrar sus propias experiencias.
La violencia de género pareciera estar convirtiéndose en algo inabarcable en su totalidad. Se trazan diferentes teorías y propuestas, se realizan pedidos de toda índole, pero los casos siguen ocurriendo, y esas 30 horas parecieran ir acortándose (en efecto, recientes estadísticas hablan de una brecha menor).
Hace unas semanas, Gabriel Arbos presentaba su documental ficcionalizado No Me Mates, centrándose en un caso en particular, el de Corina Fernández, sobreviviente de los seis disparos que su ex pareja le ejecutó. Hay varios testimonios como este en Cada 30 Horas, y cada uno pesa, y se acumulan, y duelen.
Se habla de las marchas y del #NiUnaMenos como una insignia. Se habla de la visibilización de estos casos, que antes de presentaban como uno más. Se habla de los avances, del reconocimiento de la figura de Femicidio, y también de lo mucho que falta por hacer, y si realmente hay un compromiso real de las autoridades para hacerlo.
Sin grandes aportes cinematográficos, hasta alguno con ojo más crítico podría decir que su destino pareciera ser un largo programa televisivo; queda claro que no es esa la búsqueda de Perdomo. Tampoco lo fueron la de sus anteriores trabajos. Si Cada 30 Horas trasciende no será por sus logros técnicos sino por la veracidad de lo que cuenta, por la sensibilidad de esa cámara, y por la naturalidad con la que cala hondo en la conciencia.
Hay frases, diálogos, en este documental, que no deberían ser pasadas por alto, que deberían ser una alarma para toda la sociedad. Pueden ser testimonios que ya se hayan escuchado previamente, pero ahí está la labor de su realizadora para compilarlo, para refrescarlo, y para presentarlo con un grado de inclusión en el tema que no siempre se logra. Como sucedía en Nacidos Vivos, por otras razones, lo suyo no es la mirada ajena.
En una comunidad en la que todavía se debate la utilización del #NiUnaMenos, y en el que las costumbres que pueden llevar a estos crímenes o a asimilarlos, todavía están tan arraigadas; documentales como Cada 30 Horas son muy necesarios. Para que se haa luz, para abrir cabezas, y para que las voces sean escuchadas. En definitiva, para que #NiUnaMenos, sea realmente Ni Una Menos, para que no vuelva a ocurrir.