El título de este documental dirigido por Alejandra Perdomo refiere al tiempo en que es asesinada una mujer en la Argentina. Cada 30 horas. Para desarrollar su tema, toma tres historias, las de tres madres y las de tres hijas que ya no están: los casos de Wanda Taddei, Julieta Mena y Ángeles Rawson. Pero hay muchas más voces, todas ricas, todas autorizadas, en esta película, que termina por armar una crónica del proceso de desnaturalización de la violencia hacia las mujeres en este país. Cómo se pasó de hablar de crímenes pasionales a femicidio. Cómo aumentó el número de mujeres que antes no decía nada y ahora hace la denuncia. Seguramente oíste hablar, por las noticias policiales, de muchos de los casos de los que se habla en este documental, editado con muy buen ritmo y criterio, en el que nada sobra y todo interesa. Otros quizá te suenan menos pero son emblemáticos, abrumadores, terribles testigos de un sistema que sólo parece funcionar si aparece alguien con buena voluntad para ayudar a quienes lo necesitan, desclasados sin posibilidad de defensa: Gabriela Quidel. En estos tiempos de marchas de Ni Una Menos, cuando esta problemática está fuerte en la agenda, Cada 30 horas resulta un documento valioso que en lugar de bajar línea hace periodismo: pregunta y escucha a expertos y a protagonistas. Con eso es más que suficiente, porque los hechos, expuestos a través de ellos, no precisan editoriales.