"La Usurpadora"
Ya se encuentra en cartel la peculiar película argentina Cadáver exquisito, protagonizada por una convincente Sofía Gala Castiglione.
Por Denise Pieniazek
Cadáver Exquisito es el primer largometraje de ficción de la directora Lucía Vassallo -La Cárcel del Fin del Mundo, Línea 137 y Transoceánicas- cuyo guión escribió junto a Sebastián Cortés. La película narra la historia de amor entre Blanca (Nieves Villalba) y Clara (Sofía Gala Castiglione), pero tiene la particularidad de hacerlo a través de la fusión de géneros cinematográficos como el thriller psicológico y el drama, incluso cuenta con elementos residuales pero característicos del melodrama.
Desde su inicio la acción plantea que la joven Clara, encuentra a su novia desvanecida en la bañera sin comprender qué ha ocurrido. En consecuencia, Blanca es hospitalizada y permanece en estado de coma. A partir de allí, el relato, que desde su inicio recurre a los vaivenes temporales, construye su estructura como una especie de rompecabezas que va dosificando la información del pasado y presente de las protagonistas poco a poco. El espectador accede a la información y su acumulación a través del punto de vista de Clara, quien intenta lidiar con la tragedia de perder a su amada. En el devenir del estatuto del personaje de Clara, tras no poder concebir la posibilidad de vivir sin su pareja, ésta se apoyará en los recuerdos, pero también en una obsesión cuyo nivel de posesión va un paso más allá, hasta llegar a una total transmutación identitaria.
Recapitulando, Cadáver Exquisito es una obra cuyos ejes temáticos son el amor, la pérdida, la soledad y la muerte (ya sea de otro o del yo). En dicho sentido, resulta interesante vincular el filme al mito de la antigüedad griega sobre las “almas gemelas”. Según dicha creencia el hombre y mujer eran un solo cuerpo que conformaban un ser “andrógino”, una entidad muy poderosa, por lo cual Zeus (Dios del olimpo) decidió partirlo por la mitad con un rayo. Tras pasar por el río Leteo (el río del olvido) las almas se olvidarán y deberán volver a buscarse en la tierra, con el fin de reencontrar su otra mitad. Si bien este mito plantea el amor entendido en términos heterosexuales mientras que la película en cuestión representa una relación homosexual, el cuerpo de la no azarosamente llamada Blanca, una mujer albina y de apariencia andrógina, hace que esta relación intertextual resulte pertinente. Asimismo, el amor obsesivo de Clara (nuevamente la elección adrede del nombre) y al no poder ya poseer a Blanca, su deseo desmedido la incita a volverse ella misma en cuerpo y alma. Incluso, reflexionando sobre la cuestión del río Leteo, en la obra es de vital importancia el cuerpo sumergido en el agua. Primero el cuerpo de Blanca en la bañadera -de un baño totalmente blanco, como metáfora del linde entre la conexión de la vida y la muerte- y luego el cuerpo de Clara ya transformado en ese mismo espacio, un alma que ha olvidado su vida anterior para convertirse por completo en la identidad de su amada.
Al respecto, también resulta atinado mencionar el juego constante que el relato realiza con la figura del doble femenino entre Blanca y Clara, el cual está anclado a la tradición del cine clásico. Del mismo modo, la cuestión de la blancura como metáfora de lo fantasmagórico, como aquel límite frágil entre la vida y la muerte, de aquella la presencia-ausencia. Clara irá transformando su aspecto de a poco, primero desde el vestuario oscuro, luego sus uñas y el maquillaje -donde debe destacarse el trabajo realizado por Florencia Grosso-, después su cabello, hasta llegar finalmente a las prácticas que Blanca ejercía, desde la danza Butoh al sadomasoquismo. La elección de este tipo de danza no es aleatoria, sino que se corresponde porque sus temas suelen vincularse a la identidad, el caos, la ansiedad y porque realiza críticas sobre la construcción del género y la orientación sexual, donde a través del lenguaje corporal se expresan cuestiones que exceden al lenguaje verbal, por eso es llamada “danza de descendimiento en la oscuridad”. Algo muy similar a lo que le sucede internamente al personaje de Clara, quien mientras más se aclara por fuera, más oscura se torna por dentro. Incluso cuanto más se acerca Clara a poseer la identidad de Blanca, más putrefacto y cadavérico se vuelve el cuerpo de Blanca en estado de coma.
Los paralelismos que traza el filme y su tono de misterio, dan como resultado un universo diegético en el que la perversión -quizás queer- logra manifestarse y hacerse presente. Clara mediante collages de papel que realiza con fotos de Blanca, y su posterior corporeización en una entidad, termina por yuxtaponer las identidades de ambas mujeres. En conclusión, si bien pierde algo de potencia o sorpresa en su desenlace Cadáver Exquisito es una propuesta distinta dentro del cine argentino, ideal para quien decida entregarse a un relato por fuera de lo usual.