Tras un regreso a su mejor forma con Hombre irracional, una joyita en que la que Woody Allen supo intercalar dosis perfectas de ligereza y nihilismo, el realizador vuelve a mostrarse encantador y vital a los 80 años con Café Society, film que ensaya una nostálgica mirada al Hollywood de los años '30; pero que en su conjunto resulta un tanto ingenuo y disperso.
Bobby (Jesse Eisenberg) llega desde el Bronx a Los Ángeles, con la firme intención de hacerse un lugar en un universo tan competitivo y pomposo como el de la meca del cine. Su tío Phil (Steve Carell) es un poderoso agente de estrellas que, tras unas semanas de espera, atiende a su sobrino y le da la chance de hacer algunos mandados en las coquetas calles de Beverly Hills. El triángulo protagónico se completa con Vonnie (Kristen Stewart), la secretaria de Phil que entabla una pronta cercanía con el recién llegado.
Eissenberg y Stewart antes habían sido dupla protagónica en la maravillosa Adventureland, y aquí la química entre ambos vuelve a funcionar. La presencia del propio Woody Allen, desde la voz en off que va hilvanando personajes y situaciones, agrega un plus de confidencia y guiño para su habitual espectador.
Café Society tiene los ingredientes típicos del mundo Woody. Desde el humor sobre las convenciones del judaísmo (aunque aquí las situaciones de comicidad se presenten más espaciadas que de costumbre); hasta una mirada sobre los vínculos que deambula entre el sarcasmo y el romanticismo.
Para los fans del cine clásico de Hollywood, es un regalo que desfilen menciones sobre glorias de los '30 como Paul Muni, Bette Davis, Howard Hawks, Barbara Stanwyck, Fred Astaire y Ginger Rodgers; entre otros tantos. La nostalgia por aquellos tiempos de esplendor, empatiza con la atmósfera romántica y agridulce que impregna buena parte del film de Allen.
Desde lo visual, el salto de la pátina artesanal del fílmico a la ultra precisa imagen digital, supuso para el legendario realizador todo un desafío. En este sentido, su primera alianza con el director de fotografía Vittorio Storaro (responsable de la imagen de hitos como Último tango en París y Acopalypse Now), da en la tecla justa. Las texturas de Café Society no sólo recrean con glamoroso ensueño aquellos años '30, sino que construyen un interesante juego entre la impronta del cine clásico y el actual.
En esta nueva creación de Allen, lo que funciona entonces es la atmósfera, pero no tanto la dinámica de los conflictos. El entramado de infidelidades, triangulaciones y desengaños amorosos; fluyen de modo demasiado juguetón. Falta esa distintiva virtud del director de transitar con encanto sobre conceptos que tienen un inevitable doblez perturbador. De esta manera, la historia discurre con un tono excesivamente naif, y si bien se celebra que el realizador no caiga en el adoctrinamiento o la "lección moral"; queda flotando cierta sensación de medianía. Que el tramo más convincente del relato este concentrado en los sucesos que acontecen en Los Ángeles, y que luego el film cobre un rumbo disperso en Nueva York - con la innecesaria subtrama del hermano matón del protagonista-; resulta extremadamente llamativo para un cineasta que supo construir la quintaesencia de su cine alrededor de "La Gran Manzana".
En ese segmento neoyorquino, el encanto de Café Society se ve claramente resentido una vez que Allen aparta el eje de la pareja protagónica. Otro tema no menor entre los puntos que flaquean en este film, reside en que más allá de la sublime belleza fotogénica de Kristen Stewart; la matriz de su personaje no tiene la entidad suficiente como para enamorar no sólo a uno, sino a dos de los protagonistas de esta historia. Así y todo, obviamente hay algunos pasajes en los que Woody ensaya su perdurable toque mágico, pero a nivel de conjunto; el pequeño gran hombre enfrenta la paradoja de terminar perdido en las calles y bares de su amada ciudad.
Café Society / Estados Unidos / 2016 / 96 minutos / Apta para mayores de 13 años / Dirección: Woody Allen / Con: Jesse Eisenberg, Kristen Stewart, Steve Carell, Blake Lively, Corey Stoll y Parker Posey.