Ya desde un principio el film presenta algunos problemas menores, que con el transcurso del desarrollo de la historia no sólo no los puede resolver, sino que se agravan.
El principal desde el origen es el diseño de sonido, la ausencia total de un diagrama de planos sonoros, da lo mismo si el personaje se encuentra dentro de la habitación o en exteriores y, por su puesto, el volumen, la música y esa batería que terminaría por aturdir hasta a Beethoven, si estuviese en la sala.
En tanto a la presentación de los personajes, el relato abre con Alejandro (Peto Menahem), un ser de alrededor de los treinta y pico largos, “ejecutando” la batería, es sonidista de profesión, trabaja en un teatro y tiene una vida vacía. Su rostro implica abatimiento extremo, ojos de perro abandonado, está en su casa ataviado con pijama y un “robe de chambre”, se sirve un vaso de agua y le agrega, contándolas, diez gotas, más o menos, de algo indefinido, no mostrado, no se ve la etiqueta, pero que se devela cuando, antes de ingerirlo, se muestra su indecisión de en que lugar del florero dejar una nota, tampoco se lee “Sr.Juez”.
¿Hace falta aclarar o se entiende?
Sale al patio interno de su departamento de planta baja del edificio, va a beber el líquido, se agacha para recoger el envoltorio de un helado y… el cuerpo de una mujer cae a su lado.
Cambio de registro, pasamos de un humor sustentado en el rostro de contradicción al humor físico, posiblemente con la intención de mostrar un costado fóbico del personaje, de manera fallida y no desarrollada a continuación.
El cuerpo en cuestión es el de Julia (Muriel Santa Ana), está viva, no puede moverse, pero está consciente, ella, perteneciente al mismo grupo etario, tranquiliza a Alejandro dándole indicaciones para llamar a emergencias (¿hace falta?). Julia vive en el departamento que está exactamente arriba, pero se cayó de la terraza. Todo esto en los primeros cinco minutos de proyección, y si faltaba algo más del manual de catalogo de lugares comunes, de la previsibilidad hecha relato. Le podemos adicionar algunas informaciones que nos dan como espectadores, al respecto, por si no ha entendido, a él el servicio de cable no le da señal, ella, recientemente separada, es fanática del Hombre Araña, sólo puesto en función de un descubrimiento, que debería ser el ultimo punto de quiebre del relato y que por fallas del guión técnico, y del montaje, se encarama en lo inverosímil, finalizando el rango de las informaciones el nombre completo es Julia Santangel ¿Santa Ángel?). Frank Capra, el director de “Que bello es vivir” (1946), se está revolviendo en la tumba.
Por supuesto que el desfile de dislates intentando construir una historia romántica en tono de comedia, o de malos entendidos, se despliega de manera exponencial, desde todo punto de vista antigua y burda en sus concepción, desde los diálogos con intención de producir rupturas del lenguaje, de manera deficiente, hasta lo más burdo de burlarse de los directores y de los críticos de de teatro de manera simultánea.
La frutilla del postre es que tanto Muriel Santa Ana como Peto Menahem hacen lo que pueden con sus personajes, pero entre ellos, al menos en éste filme, tienen menos química que Albert Einstein.