Aventuras de la preadolescencia
Siempre es un desafío la transposición al cine de un texto original, pero semejante pasaje se problematiza aún más cuando se trata de un relato infantil y juvenil. Es el caso la obra de María Inés Falconi, con diez libros muy bien vendidos, que cuentan las vicisitudes escolares de un grupo de alumnos de séptimo grado.
La tensión entre la literatura y el cine, en el momento de la adaptación, es más que riesgosa, no sólo por el hecho puntual de la fidelidad o no, sino también porque se trata de dos lenguajes en permanente oposición, con sus códigos de identificación y pertenencias.
El cine argentino, en ese sentido, construyó una serie de programas de televisión sobre el tema –desde los años '70 hasta estos días– donde la mirada es superficial, ingenua, penetrada por tonterías de ocasión y personajes que parecen sacados de un mundo perfecto, sin dobleces, invadido por tonterías y lecciones que rayan con una moralina nada cuestionadora.
Caídos del mapa pelea con estos trances, obteniendo victorias y derrotas parciales en su edificación de un mundo misterioso, protagonizado por cinco personajes que deciden visitar los sótanos de la escuela para no concurrir a clase. La descripción de los personajes es elemental, con marcados contrastes en sus características que, por momentos, rozan la obviedad y la falta de matices.
Federico, Paula, Graciela y Fabián, más el agregado de Miriam, la olfa-nerd del grado, deciden esa aventura por lugares prohibidos, en tanto los "mayores", integrados por padres, empleados, la malísima y simpática Foca (buena labor de Karina K.) y la directora (la excelente actriz Tina Serrano) plantean la búsqueda y los dilemas de un grupo que no comprende, por lo menos en las apariencias, las decisiones tomadas por los menores.
Pero lo importante de Caídos del mapa es lo que ocurre debajo de las aulas, y allí es donde la película entrega sus mejores momentos, arriesgándose a las referencias cinematográficas de los años '80 como espejo temático (Los Goonies, Los exploradores) y a jugar con los tópicos del género de aventuras. En esas pequeñas situaciones, el film encuentra su centro, su propósito de no tratar a los chicos como si fueran un grupo de púberes marcados por una rebeldía efímera. En esas relaciones que se establecen en instantes de riesgo y en el crecimiento que marca la aventura emprendida por el grupo –pese a que la trama requería de un mayor índice de misterio– Caídos del mapa representa una película diferente sobre el tema.
Acaso poco original por su oposición entre mayores y menores, pero bastante auténtica y genuina en la descripción de una etapa determinada de las vidas de cinco chicos que, por suerte, poca relación tienen con algunas criaturas de edades parecidas de la televisión local.